Por Sandra Sánchez y Claudia Cisneros | Agosto, 2020
Este texto se escribió a 4 orejas y 4 manos. Primero la artista y la articulista platicaron por videollamada. Luego, la articulista escribió un texto y le pidió a la artista que añadiera o tachara a voluntad.
Claudia Cisneros Mejorada (Guadalajara, 1986) es una artista que trabaja en la intersección entre la performance y la imagen. Cuando inició la cuarentena por Covid-19, sintió que uno de sus medios de trabajo se volvía inaccesible: el cuerpo.
Por videollamada, platicamos sobre la incomodidad que le causó la nueva demanda. De pronto, parecía natural sustituir el en vivo por la grabación para acceder directamente a lo que antes era secundario, el registro. Decir no es una de sus virtudes, así que se lo pensó un tiempo antes de saltar al mundo online.
(Quizá para otros artistas es normal el acceso a sus prácticas mediante el video, pero para Claudia esto representa un problema: justo su interés ha sido cuestionar el tránsito y el umbral entre lo visual y lo corporal, como en Descargas, una serie en la que pide a un grupo de personas a través de una convocatoria abierta, elegir un video para descargarlo sobre su cuerpo. En la performance, el material audiovisual se proyecta detrás del cuerpo, haciendo evidente la disparidad entre ambos, y también sus peculiaridades: en la imagen en movimiento hay montaje y cortes; en el cuerpo hay sudor, resistencia y desgaste).
La ausencia de los cuerpos en el espacio motivó Índole (2020), séptima entrega de Sala Abierta del Museo de Arte de Zapopan (MAZ). La videoperformance, que dura 21’ 24’’, se realizó en colaboración con 20 personas cercanas a la artista.
Claudia envió la misma invitación al equipo de colaboradores. En ella pidió que al despertar no se tendiera o alterara el orden nocturno de la cama. Cada persona convocada hizo un video casero y cenital de un minuto, como un sueño lúcido invertido en el que el cuerpo de carne y hueso es el que flota y mira hacia abajo y ve a su cuerpo invisible en el encuadre. También les pidió que fotografiaran los productos cotidianos que se untan o se esparcen sobre el cuerpo y una descripción por escrito sobre su propio olor.
¿A qué huele tu cuerpo?
En el video vemos una cama tras otra.
Las constelaciones de almohadas, sábanas y cobijas portan la huella de cada durmiente, personas transformadas en camarógrafas, en directoras de su propia escena. En este desdoblamiento vemos el efecto del cuerpo sobre la cama, pero también sobre el video: en la decisión de usar tripié o en las vibraciones y movimientos del pulso de la mano. Índole nos ofrece el respirar y el ritmo del propio registro.
El montaje presenta una cama tras otra, en cada cama aparece y desaparece una lista de palabras.
Algunos sustantivos entran a escena en soledad, otros en enumeraciones divididas por comas. Estas palabras son una gramática personalizada que Claudia obtuvo a partir de los ingredientes de las cremas, lociones y demás pócimas que cada participante utiliza. Las reglas de la perfumería, que consideran: las familias olfativas, los acordes principales, las notas de salida, las medias y las base, formaron parte importante de la metodología para escribir sobre los olores de los demás.
¿A qué huele un cuerpo encerrado?
De Índole me interesan los tiempos (la paciencia) y sus devenires, en varias direcciones:
En la producción, que, como mencioné al principio, evitó que la artista se precipitara y grabara su cuerpo para multiplicar la acción en un número infinito de reproducciones. (El medio en el que una artista trabaja es, siempre, relevante. No por su clasificación y las reglas que se derivan del mismo, sino por su consistencia, su posibilidad, su conversación —con el pasado, con el futuro— y, también, por los límites que acepta o ensancha). Un perfume está hecho tanto de lo que contiene como de lo que no. Es necesario ir descartando para llegar a la composición olfativa que estamos buscando.
En la grabación y en la edición, en la que pide a cada participante que mire su cama por 1 minuto, que la grabe y nos la muestre, produciendo una sumatoria de camas y de minutos, en la que se despliega una serie de imágenes sin acción: imágenes-resto, imágenes-huella, imágenes-testigo, casi siempre condenadas al olvido por su inutilidad, pero valoradas aquí por su información: visual, imaginaria, olfativa y también sonora: alrededor de la cama escuchamos un silencio acompañado de agua en la regadera, de pajaritos y otras frecuencias más. La fragancia es aquello que se busca. Y cuando se encuentra es en el recuerdo. Cada quien añora y evoca de manera distinta.
En el lenguaje. Resulta fascinante y aterradora la interrupción que el vocabulario olfativo produce cuando no es posible conectar el significante a un olor específico. ¿A qué huele la bergamota, la rosa centifolia, los aldehidos, el almizcle verde, la ceniza volcánica, la onagra seca, el liquen, la lanolina, el polvo de nishio la vitamina B5 y el tusilago? Percibimos los olores, sin necesidad de nombrarlos. Pero solo nombrándolos comprobamos si están o no guardados en nuestra cabeza. Un perfume se despliega temporalmente, de acuerdo al nivel de fijación de sus ingredientes, va transformándose, hasta desaparecer.
En el cuerpo. La imagen-movimiento se construye alrededor de los cuerpos, incluso en tensión con su ausencia. El cuerpo ausente, aún vivo, pero en movimiento; lejos de algo y siempre en algún lugar. Sus potencias, contenidas, antes de pasar al tiempo y al acto. El indol es un compuesto orgánico que exudan las flores, se utiliza en perfumería para dotar de realismo a las notas florales. Las sustancias que segregan los cuerpos aportan corporalidad a las entidades que no lo tienen.
En algún momento de la conversación, Claudia me dice que hay cosas que se hacen no para probar un punto. Hay cosas que el cuerpo hace lejos de una agenda o una gramática social, hay tiempos que el cuerpo habita no para probar un punto: «el sueño es el guardián del dormir».
La imaginación, le digo, es una forma, como cualquier otra, también con sus límites, esa idea de que es infinita es una ilusión. Aquí se dimensiona en relación al lenguaje, a los olores y a los recuerdos. Se dirige y moldea desde la finitud inmaterial de los soportes. «Esta noche he viajado por el lago».
Donde debería haber un cuerpo no hay un cuerpo.
¿Qué hacen los cuerpos en el espacio en el que están ahora?
Índole, de Claludia Cisneros, se puede ver en la web del MAZ hasta el 31 de agosto de 2020.
Fotos: Stills del video Índole, cortesía de la artista.
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Sandra Sánchez escribe sobre arte contemporáneo, actualmente encuentran sus textos en Confabulario, Letras Libres y La Tempestad, entre otras. Forma parte del colectivo Zona de Desgaste. Este año está al frente, junto con Adriana Kong, de la instalación Café para Leer. En una relación tóxica con el psicoanálisis.
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