Septiembre, 2020
En 2013 mi carrera vio varios cambios al abordar temas como el colonialismo y criollismo en México. En aquel año realicé obras con Fran Ilich para el Donaufestival en Krems y para C.A.C.A.O en el Museo Universitario del Chopo. Fue precisamente durante esta última exposición que me advirtieron que había un político furioso por un texto que había publicado en mi proyecto dr^k magazine, el cual proponía quitar la escultura de Carlos IV del Centro Histórico para poder erguir un memorial. Yo era fiel seguidor de León Ferrari, para mí, «una obra de arte debía ser para la sociedad lo que un acto terrorista en una nación que se libera», y por lo mismo, el fin podía justificar los medios. Hoy algunas de esas ideas se mantienen, pero otras no.
Estoy convencido que no debemos justificar cambios que sabemos carentes de ética, pues esto nos iguala a nuestros opresores. En ese momento es cuando somos derrotados a nivel moral. La resistencia no debería recurrir a la violencia, ni generarle pérdidas a los comercios, ni hacer saqueos, o violar la libertad e intimidad de las personas, o bien, celebrar o pasar por alto la toma decisiones que se dieron por decreto, solo porque consideramos que nos convienen o que traerán una vida más «justa».
Hemos fracasado en transformar a la sociedad porque a diferencia del enemigo, no somos un ejército de personas-máquinas. Mientras nosotros vivimos con calma, el poder se apropia de nuestras tácticas y las engrandece. Como gremio nos negamos a involucrarnos en temas de economía, comercio, derecho o política, y continuamos creyendo en la palabra y buena fe de personas que dicen dedicarse a dichas disciplinas y tener una mentalidad de izquierda. Pareciera que tuviéramos que elegir un conocimiento u otro, en lugar de verlos como complementos.
Fue precisamente en ese mismo año (2013) que Laura Anderson Barbata cambió mi vida cuando me mostró el trabajo de The Yes Men, colectivo estadounidense integrado por Jacques Servin e Igor Vamos, que contaba con el respaldo de distintas firmas de abogados para poder realizar sus intervenciones sin riesgos legales. La estrategia que en aquellos años había logrado ataques sin precedentes a empresas como Dow Chemical y Shell bajo la premisa «fix the world«, poco más de 4 años más tarde llevó a Donald Trump al poder. Ese día, quienes nos identificamos con el tactical media fuimos aplastados. Tras la victoria republicana, todos nuestros logros se volvieron pequeñeces, no era la primera vez que una apropiación como esta ocurriría, ni tampoco sería la última.
Existe una razón por la que a la resistencia se nos permite existir de manera controlada, y es que al ser nosotros el lado creativo, somos quienes encontramos las soluciones. Desde nuestra etapa estudiantil, con la excusa de la especialización, el mundo se nos explica a través de disciplinas que aparentemente no se relacionan. Y como no logramos conectar nuestros sistemas e ideas a la realidad, llevamos años haciendo una rebelión dentro de una caja de Petri. Como nuestras estrategias solo son efectivas al interior, la hegemonía extrae y adapta nuestras estrategias, al tiempo que trunca toda asociación laboral.
Han pasado 100 años desde que Duchamp fundó la Société Anonyme y todavía no hemos sido capaces de explicarle al espectador por qué no tiene nada de malo que una obra parezca que la hizo un niño, ni por qué no se debe juzgar por apariencias.
La publicación de mi texto respondía al daño que la escultura de Manuel Tolsá conocida como El Caballito sufrió cuando le echaron ácido en la cara con la intención de restaurarla, paralelo al daño del rostro de Carlos IV, cuando en 2013 se aprobaron las reformas de Peña Nieto y la inseguridad comenzó a aumentar. En una era donde el colonialismo y el sistema de castas permanece igual de vigente que en la colonia, preocuparnos por la cara de un rey español, comisionada además por el virrey más corrupto y uno de los mayores asesinos de indígenas de la Nueva España, me parecía (y me sigue pareciendo) algo extremadamente fuera de lugar.
Cuando publiqué Criollos Automatizados lo hice acompañando el artículo con una petición de Change.org, porque no me parecía suficiente retirar o intervenir la escultura, sino que había que transformar por completo el
memorial y dedicarlo a las víctimas de la colonia. Mi petición tuvo únicamente 23 firmas, sin embargo, recibí más de una centena de mensajes y opiniones en contra de mi rechazo a la escultura de Tolsá.
Hubo quienes me decían que mi punto defendía la idea del indígena como buen salvaje, que los españoles nos habían civilizado y dado nuestro idioma. Hubo hasta quien aseguró que si me remontaba a la deuda del reino de España con el Imperio azteca —Triple alianza o Imperio mexica—, mejor debía retroceder hasta el Génesis. Por supuesto, casi 500 años después, todos creían innecesario un memorial a las víctimas de la conquista.
Nunca he dejado de preguntarme dónde estuvo mi error, y creo que gran parte radicó en haber decapitado a Carlos IV en Photoshop, pues desvió radicalmente el punto y mensaje de la crítica. La realidad es que cuando utilizas la violencia como vehículo y lo justificas, entonces también es justificable que la violencia sea utilizada en tu contra. El Estado Islámico cree que hace un bien y utiliza la violencia, igual que lo ha hecho Al Qaeda, o la extinta ETA, Sendero Luminoso, Khmer Rouge, Ku Klux Klan, etc.
La línea de convertirnos en el enemigo es muy delgada, y hoy más que nunca considero que debemos ser muy cuidadosos para no cruzarla. La resistencia no está integrada por un grupo de soldados ni mucho menos un comando armado; somos personas normales, entre niños y adolescentes, madres, adultos mayores, y ninguna de estas vidas es prescindible.
Para el poder no es necesario controlarnos. Somos nosotros como gremio artístico-cultural quienes nos encargamos de hacerlo, vivimos en pro de la libertad pero peleamos cada vez que alguien hace algo que nos disgusta. Nos destruimos por estupideces como si un cuadro es bueno o no, o si algo es kitsch, o si lo podría haber hecho un niño, o hasta si una obra no es nada más que virtuosismo. No podemos ponernos de acuerdo en que cada quien es libre de disfrutar de lo que le cante el culo. Nos condenamos al desempleo o condenamos a nuestros empleados al empleo informal, así que sea como sea estamos fritos, somos la cubeta de cangrejos que se tiran los unos a los otros.
Hoy me preocupa muchísimo ver cómo el gremio voltea la mirada al ver oportunidades en tomas de decisiones arbitrarias. Sabemos que no existe el dinero ni el éxito fácil. La mentalidad del criollo es aquella que al verse liberada de su monarca, decide comportarse de la misma manera para aprovechar la situación, esta vez para sí mismo. Es importante ver que al colonialismo y al sistema de castas no los mantiene vigentes España, sino la sociedad mexicana. Sigo pensando que la corona española (no el Estado español) le debe al pueblo mexicano el oro y plata que saqueó, y que el hecho de que el Imperio mexica ya no exista no debería eximirle de hacerlo. Pero también creo que como sociedad mexicana tenemos una gran deuda con las víctimas del colonialismo y el sistema de castas.
Desde que comenzó la 4T hemos comenzado a cruzar límites muy delicados, que pueden traernos consecuencias desastrosas. Estamos volteando en otra dirección, pasando cosas por alto que consideramos no convenientes. Por ejemplo, la cancelación del NAICM con poco más de un millón de votos, es decir, el 1.18% del padrón electoral.1 Lo mismo con la cancelación de Constellation Brands, con la decisión de construir el Tren Maya y el Complejo Cultural Chapultepec, y al declarar la construcción de Santa Lucía como un asunto de seguridad nacional.
En pocas palabras, todas las grandes decisiones tomadas han sido por decreto presidencial. Por querer acabar con la corrupción la estamos volviendo más grande y además nos está absorbiendo. Cuando permitimos que la utopía deje de ser una guía para forzarla y volverla realidad, todo se destruye, pues alguien que toma decisiones por los otros es fascista.
Foto: Cortesía del autor.
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1 Información disponible aquí.
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La obra de Alonso Cedillo (México, 1988) se desarrolla en distintos medios como pintura, escultura, video, gráfica y programación. Su producción explora las relaciones que establecemos al conectarnos a internet, de manera diaria, a través de computadoras y dispositivos móviles. Su trabajo se ha presentado en el donaufestival en Krems, Austria; Transitio_MX en la Ciudad de México; y el festival NRML en Monterrey.
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