Studio Visit

Studio visit | Marianna Dellekamp


Por Esteban King Álvarez | Octubre, 2017

Una casa azul. Dos perros que saludan. Una amplísima estancia que conduce a unas pequeñas escaleras. Dos pisos de subida. Un interruptor. Una luz. Una puerta. Estos son los elementos que aparecen en mi memoria cuando recuerdo mi llegada al estudio de Marianna Dellekamp. Pero, ahora que lo pienso, el recuento podría ser otro: Una tarde lluviosa. Mi deambular por las calles sin encontrar el número correcto. Un timbre que no funciona. Una puerta metálica. Marianna que sale a recibirme al umbral… O también: Una calle. Una entrada. Una sala-comedor. Un cambio de altura. Un barandal. Un descanso. El estudio.

La memoria, como cualquier archivo, es selectiva. Un recuerdo nunca es transparente ni objetivo. Ni siquiera estático ¿Cómo hacer el recuento de un acontecimiento? Y de manera más general, ¿cómo pensar en los registros, objetos y documentos que constituyen una colección o un archivo? ¿Qué elementos consignar? ¿Cómo darles vida y activarlos?

Durante años, Marianna Dellekamp (México, 1968) se ha interesado por las grietas y zonas sombrías que implican la constitución de archivos y colecciones. Su investigación inició como una pregunta sobre todo lo que rodea al objeto artístico: Qué es el objeto de arte, qué lo define. Como parte de esta reflexión no ha estado exenta la condición de ser coleccionista de buena parte de su propia obra, lo que la ha llevado a realizar proyectos donde analiza la figura del artista, así como la de la galería, el espectador, el museo, la colección y el coleccionista.

Cuando entro a su estudio —ubicado en un segundo piso, bien iluminado, con amplios ventanales y numerosas plantas— me encuentro con un proyecto que conozco: Earth Library (2008 al presente). Con una convocatoria abierta, la artista comenzó a acumular porciones de tierra proveniente de distintas regiones del planeta. Cada una fue confinada en un acrílico que asemeja la forma de un libro. A partir de ciertos criterios —si había sido enviada por correo o entregadas personalmente, dependiendo el tipo de material en el que se había recibido o el sitio de procedencia— Dellekamp estableció un sistema de clasificación que le permitió catalogar cada entrada a la manera de una biblioteca.

Ahora, fuera de un espacio de exhibición, esta biblioteca descansa sobre una de las paredes de su estudio. Debajo de ella, observo frascos llenos de agua del proyecto Mes de Lluvia (2014), los cuales contienen agua de lluvia recolectada en su estudio durante un mes y que luego fueron fotografiados uno a uno. Dispuestas la una sobre la otra, en este display arbitrario y azaroso, las dos obras ofrecen un conjunto de los elementos que atraviesan el trabajo de Dellekamp: el problema de las colecciones, la catalogación y el archivo, así como la inclusión activa de diversos agentes como colaboradores para la elaboración de un proyecto. Al mismo tiempo, las piezas me hacen pensar en la amplia gama de procedimientos que articulan su obra, que van desde lanzar una convocatoria a nivel mundial y organizar una biblioteca con cientos de tomos, hasta recolectar agua de lluvia y fotografiarla.

Mientras platicamos sobre colecciones, museos y gabinetes de curiosidad, Marianna me muestra en internet The artist in his museum (1822), un autorretrato de Charles Willson Peale donde el pintor aparece levantando una cortina roja, detrás de la cual se vislumbra la galería de un museo de historia natural. El gesto Paele, me dice, es una invitación a entrar, a descubrir lo que hay detrás de la cortina. En su caso, es una invitación reflexionar sobre las dinámicas de las colecciones, cómo funcionan y operan.

El primer proyecto donde la artista se abocó a investigar este problema fue Coleccionista (2010-13), en el que intervino el librero de un coleccionista de arte forrando todos sus volúmenes con un papel blanco. Esta operación uniformó y estandarizó todos los tomos, al tiempo que borró la información particular de cada uno. A partir de esto, Dellekamp generó dos libros de artista que, mientras platicamos, toma de un anaquel. El primero está conformado por fotocopias yuxtapuestas provenientes de imágenes de una selección de los volúmenes del coleccionista; el segundo, por las hojas blancas con las que intervino, a lo largo de un año, cada uno de los tomos. Uno funciona como la memoria fragmentaria de la biblioteca y, el otro, como el registro de su intervención.

En otros trabajos, Dellekamp ha señalado cómo coleccionar es también un acto creativo, con una inventiva intrínseca que puede devenir en un ejercicio lúdico. Me enseña entonces el libro Pensar/Coleccionar, registro de un proyecto donde convocó a ocho especialistas de diferentes disciplinas a clasificar y exhibir objetos no catalogados de la colección del Museo de Medicina.

El proyecto editorial de Pensar/Coleccionar reproduce todos los objetos que los invitados utilizaron, fotografiados uno por uno. Mientras avanza, las hojas de la publicación se van degradando, del blanco al negro, hasta que la oscuridad de la página es total. Entonces aparecen las reproducciones de los diferentes displays generados en el ejercicio, así como los textos críticos del proyecto. Como se puede ver en la publicación, cada uno de los participantes realizó un ejercicio de clasificación y exhibición completamente diferente, subrayando así la gama infinita de posibles vidas y lecturas que caracterizan a cualquier colección o archivo.

Otro de los elementos que recorre constantemente su trabajo es el libro. Proveniente del ámbito de la fotografía, sus primeros proyectos editoriales fueron fotolibros de índole secuencial. Sin embargo, en un momento dado la dimensión narrativa se transformó en la comprensión de las publicaciones como contenedores que abren posibilidades mucho más experimentales. Esto es visible en piezas como Art and ideas (2008-13) -libros de madera completamente cerrados que contienen numerosas fotocopias-, o en Espectador (2012), conformado por una serie de “libros” realizados con espejos, y con los cuales enfatiza la importancia de quien observa una obra como parte del proceso creativo.

Terminando la visita, me quedo con la impresión de que la Biblioteca de la Tierra reúne los rasgos distintivos de su producción artística: libros, colecciones, proceso abiertos y colaborativos. Cuando le pregunto sobre este hecho, su respuesta es borgiana: Earth Library, me dice, funciona como un autorretrato.

Fotos: Cortesía de la artista.