Por Pamela Ballesteros | Abril, 2017
«Tomar una pequeña distancia crítica es el ciclo de mi trabajo como artista”
Fotógrafa desde hace dieciocho años, Daniela Bojórquez Vértiz (México, 1980) se ha desenvuelto también en la escritura, utilizando ambos soportes como medio para dar salida a su trabajo como artista visual.
Bojórquez habita en el reino de las cosas inmateriales, su estudio se compone de pocos objetos; aquí piensa, proyecta y hace notas mentales, afuera es donde ejecuta. Se deshace del material innecesario y conserva aquel con historias particulares o personales. Su proceso creativo está en la planeación sobre papel e imágenes, generando pequeños archivos, haciendo distintas cosas a la vez, todo a velocidad lenta. Cuando una idea se materializa no es resultado de un momento de inspiración, sino de un tiempo prolongado de gestación.
Comenzamos platicando sobre fotografía, al respecto, Bojórquez menciona que en cualquier imagen fotográfica existe una deformación de lo que vemos, es decir, no hay manera de tener una imagen absolutamente directa del objeto. Y esta condición —más el artefacto, la tecnología y el mass media— hace que la fotografía tenga una serie de particularidades interesantes.
Así, la atención de la artista se sitúa en las cosas que no se pueden decir o lo que es evidente y oculto a la vez; lo que detona en ella la creación de mapas conceptuales, ficciones y nuevos códigos para sí misma que, en consecuencia, se derivan en piezas con una sutil crítica social. Bajo estos intereses, Bojórquez ha buscado trasladar su práctica artística hacia el objeto, como en su reciente intervención para Una red de líneas que se intersecan, exposición de ESPAC, en la que construyó filtros análogos rodantes que, aunque tenían que ver con la visión, resultaban objetos tridimensionales.
Para el catálogo de la misma exposición escribí sobre la observación, entendida como un proceso en capas que parte de nuestra intención por atender la totalidad de los objetos, atención que permite desdoblarlos, resignificarlos y trascender su primer plano. Estamos hablando de términos inmateriales, ¿cómo hablar de la mirada o la observación? Son invisibles y evanescentes. “No tienen cuerpo, entonces uno les trata de dar uno, por eso me puse a jugar con el objeto” Me responde Daniela.
Durante la conversación, abordamos una de sus preocupaciones, y es que tanto artistas como espectadores estamos perdiendo la atención ante las imágenes y el acercamiento en general. Ya nadie ve ni oye nada.
“Preferimos cambiar la experiencia por el registro de la experiencia”
Siguiendo este pensamiento, realizó Toda mirada tiene un punto ciego para la edición XVII de la Bienal de Fotografía en el Centro de la Imagen. Pieza que se articula por distintos niveles de aproximación a la imagen del David de Miguel Ángel, escultura cuya representación fotográfica se va diluyendo hasta quedar en segundo plano, de mostrarse en filtros de Instagram pasa a ser un souvenir del turismo cultural.
En este ejercicio, Bojórquez toma al David como referente universal para abordar los ciclos y grados de la mirada actual “Estamos acostumbrados a ver la foto del David, no al David original, ¿cuánto tiempo pasamos viendo la escultura vs el tiempo que pasamos viendo sus fotos? Lo primero para el espectador es el registro en el sitio, en lugar de la experiencia de la mirada” Explica la artista.
“No se trata de enjuiciar, pero los cambios importantes tanto en la imagen como en su distribución están reflejando cambios sociales, sino es que los están causando”
Le pregunto por las maneras en las que los creadores resuelven este tema, donde el espectador ya no se atrae por la obra de arte, sino por la espectacularización del espacio. Bojórquez apunta: “Para empezar, tenemos que tener mucho cuidado con el fetichismo, el mundo de los objetos y su representación ya está suficientemente pensado. Primero hay que enfrentarse a esto como individuo, trato de no producir más imágenes, curioso porque soy fotógrafa, pero justo soy la que menos trata de disparar. Tomar una pequeña distancia crítica es el ciclo de mi trabajo como artista”
Su intención está puesta en crear obras anacrónicas que acompañen al espectador en procesos “nuevos” o recientes, que tengan un pie en la objetualidad y otro en la inmaterialidad, en su manera de ver, estamos en un momento de híbridos. Característica de su libro Óptica Sanguínea, con el que hablamos del neofetichismo que actualmente rodea a las publicaciones impresas, en un mundo digital nos impacta la materialidad del libro y resistiendo a este fenómeno me comenta: “Trato de no llenarme de libros que no me estén significando algo, los guardo no por ser libros, sino por su mezcla entre condición objetual y valor personal. Evitar la acumulación, uno trata de hacerlo pero de todos modos vivimos en una realidad de producción de objetos».
Y claro, trasladando esta discusión de la objetualidad al sistema de arte, en términos de mercado, es un hecho que no hay mercado suficiente para la cantidad de artistas. Lo que significa que hay más obra que espectadores, que se traduce en mucha obra en el clóset o bodegas, entonces, ¿qué se hace materialmente con esto?
Daniela me recuerda que la dinámica del mercado tiene que ver con el sistema neoliberal y capitalista en el que vivimos, que el mundo del arte existe dentro del mundo construido por personas, que las personas son controladas por corporaciones establecidas por otras personas, y que las jerarquías y pirámides de poder no desaparecen en el campo del arte.
«Hay que tener cuidado con los objetos que producimos. El arte es inútil, sirve porque no sirve, y justamente en su falta de utilidad práctica en el mundo del consumo y practicidad está su valor»
Por esto, las piezas que se montan y después desaparecen son de especial interés para Bojórquez, aquellas que suceden como un gesto: videos, acciones u obras donde la objetualidad sucede en el momento de exhibición pero que, posteriormente, se deshacen de su carga fetichista. Aquel arte que echa a andar procesos, más que objetos, finalmente los objetos que vemos son la punta del iceberg de un proceso más complejo.
«El arte tiene la capacidad de abrir intersticios, abrir canales que no estaban»
El piano, pasear con su cámara, la economía y sociopolítica, los misterios de la Luna y asuntos mentales como el psicoanálisis son otros intereses que rodean a la artista, todo aquello que apunta al lenguaje.
Para conocer más del trabajo de Daniela Bojórquez Vértiz.
Fotos: GASTV
Suscríbete a nuestro
NEWSLETTER