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Rumbo al VI Conversatorio | Cuerpos y crítica o cuerpos críticos, por Aline Hernández


Por Aline Hernández / @AlineHnndz | Abril, 2016

En un texto publicado por Irmgard Emmelhainz, la escritora explica que una de las actuales condiciones de la crítica de arte es su estado de ‘post-crítica’ en medida que “[…] la producción de arte está deslindada de referentes históricos anclados en la estética, teoría o política”. [1] Con esto, la autora se refiere a que el proyecto crítico y político que durante el modernismo caracterizó a la crítica de arte, e incluso a diversas prácticas artísticas, hoy ha sido vaciado de referentes logrando, por tanto, la desaparición del proyecto como tal. Dichos referentes se han vuelto recursos ‘relativos’ tomados para generar proyectos que responden a lógicas de self-branding, por ende, están sumidos en la lógica del mercado.

Emmelhainz también menciona que a cambio de ese proyecto crítico-político, hoy, predominan procesos cuyos valores están fundados en nociones como la ambigüedad, el microutopismo, la autocomplacencia, la ambivalencia y la despolitización. Pero dichos valores no operan por sí mismos, sino que son portados por sujetos. Sin embargo, muchas de las reflexiones sobre la crítica se centran en el estado y no en los sujetos que producen aquellas discursividades, las subjetividades que son creadas a su vez por dichos valores.

La crítica de arte en México, el estado de la crítica de arte es el tema del próximo Conversatorio de GASTV. Tras pensarlo bien llegué a la conclusión de que mi pregunta tiende más hacia quién está produciendo la crítica y con qué fin. Así que más que reflexionar sobre la crítica como tal, quisiera concentrarme en el sujeto que la produce, las condiciones bajo las cuales la produce, y por lo tanto, los fines de lo que implica volcar la reflexión hacia los cuerpos y no hacia las discursividades como tal; para ello, partiré del texto Encarnar la crítica. Algunas tesis. Algunos ejemplos de la filósofa Marina Garcés.

En este texto, la autora menciona: «El problema de la crítica ha sido tradicionalmente un problema de conciencia. Hoy es un problema de cuerpo». [2] Con esta afirmación, Garcés se refiere a la impotencia que guía nuestras actividades actualmente, en palabras de la autora, las conciencias están ‘deslumbradas’ y los cuerpos están exentos de potencia y de fuerza para encarnar y enfrentarse a las atrocidades que vivimos día con día en el contexto determinado donde nos encontremos, en este sentido, los cuerpos han sido privatizados.

La producción de discursividades debería de centrarse en los cuerpos que la producen, o al modo que Garcés lo menciona, que la encarnan. Si tenemos, como explica la filósofa, una serie de cuerpos llenos de impotencia, lo que tendremos serán, o bien críticas permeadas por esa impotencia, o miradas que ni siquiera llegan a reconocerla y operan desde el desconocimiento de la misma, haciendo de ésta un estado de normalidad.

La relación que los cuerpos antes sostenían con el mundo era una de pertenencia donde tenía lugar esta potencia, es decir, los sujetos formaban parte de comunidades, de colectividades y de vínculos sociales. Hoy, esta lógica de pertenencia ha sido sustituida por una lógica de conexión, donde los sujetos funcionan de un modo similar a las computadoras, deben de conectarse, enchufarse, operar como lo hace el sistema en su conjunto o en todo caso se encuentran fuera de éste; hoy pareciera que lo importante es reforzar la red.

«Desde su conexión precaria y despolitizada, ese yo (sujeto) es presa de la moral, la opinión y la psicología. Se mueven entre la esfera de unos valores que sobrevuelan al mundo, con los que enjuicia y es enjuiciado; la compra-venta de opiniones que le ofrecen una posición en la sociedad y restringido ámbito de su malestar/bienestar». [3]

La compra-venta de opiniones, se trata según Garcés, de aquello que mueve, que nos mueve, se trata de una lógica inherente y necesaria para comprender el proceso de privatización de los cuerpos. La crítica, en su sentido más lejano de los cuerpos, está a la venta. La producción discursiva está sujeta al mercado y crea formas de existencia concretas y puede porque esos cuerpos han dejado de encarnar la crítica, han pasado simplemente a producirla como parte de un proceso de valor.

Garcés propone que uno de los principales desafíos para la transformación de la crítica se centra en la resistencia de los cuerpos a los procesos de privatización, al respecto menciona que: «La crítica tiene hoy, como principal desafío, combatir la privatización de la existencia. En el mundo global, no sólo los bienes y la tierra sino también la propia existencia ha sido privatizada. La experiencia que hacemos hoy del mundo remite a un campo de referencias privado: individual o grupal, siempre autorreferente.» (4) Se trata de formas de propiedad del discurso y yo añadiría, incluso, formas de propiedad de la visibilidad de los discursos en medida que estos responden a formas de privatización de los cuerpos, aquellos con la posibilidad de encarnarla.

Para comprenderlo, Garcés, junto con otros que participan de en el Espai en Blanc, —Espacio en Blanco en catalán—, están generando dinámicas e impulsando procesos para regresar la crítica a lo personal y desde lo personal; por eso se trata de cuerpos y no de conciencias o valores generales, de máquinas enchufadas, sino que se trata de uno mismo, de cómo desde nosotros encontramos formas de rechazo y de imposición para desestabilizar aquello que se presenta, bajo la lógica de conexión como dada. Para Garcés: «Encarnar la crítica significa plantearse hoy cómo subvertir la propia vida de manera en que el mundo ya no pueda ser el mismo». [5]

La crítica no ha desaparecido, ni se ha extinguido la producción de discursos, podría decirse ahora post-crítica (aludiendo a la reflexión de Emmelhainz), pero simplemente está regida en mayor medida por valores donde no hay cuerpos, sino máquinas que operan al son que marcan los valores y las expectativas del sistema, a sabiendas que de no hacerlo, serán desenchufados y donde al ser cuerpos creados por dicho sistema, privatizados, no conciben siquiera otras formas de ser, actuar o pensar ni de relacionarse.

La pregunta entonces para mí se centra en qué tipo de producción discursiva queremos generar, con qué objetivo. Lo que en este vuelco de lógica de pertenencia a lógica de conexión ha tenido lugar, es una nueva orientación en la producción de discursos, una nueva movilización de los modos de comprensión y de producción de sentido, pero sobre todo, los objetivos de ambos, es decir, las funciones.

Por eso la propuesta de Garcés se vuelve sumamente importante, si es que se quiere generar otro tipo de producción discursiva, si se está dispuesto o no a encarnarla, llevarla al ámbito de la vida, afectar y transformar los modos en que se vive. En uno de los proyectos que describe Garcés para ejemplificar esto, menciona que el objetivo era, en ese caso concreto, «[…] partir de sus propias prácticas y, con ello, interpelar al espectador en ese mismo nivel. Para ello trabajamos sin actores y sin guión escrito. Nosotros mismos fuimos objeto y sujeto del proceso de trabajo.» [6] Ellos mismos decidieron encarnar la crítica, lo que implica deslindarla de un ámbito concreto disciplinar, llevarla a la vida y dejarse transformar por ella.

Referencias 

1. Emmelhainz, Irmgard, «Criticalidad y ninguneo: la crítica de arte en la era de las industrias creativas», disponible en línea aquí.

2. Garcés, Marina, «Encarnar la crítica. Algunas tesis. Algunos ejemplos», disponible en línea aquí.

3. Ibíd.

4. Ibíd.

5. Ibíd.

Imagen: UPOPI.

Con el fin de enriquecer la discusión del VI Conversatorio GASTV: “La condición de la crítica de arte contemporáneo en México” se sugiere leer:

Entrevista a Daniel Garza Usabiaga

—Huracán, huracán abatido, por Operación Hormiga

 El mal del siglo XIX, por Adriana Melchor Betancourt

—Entrevista a  Irmgard Emmelhainz

Este encuentro tendrá lugar el próximo miércoles 27 de abril en SOMA (Calle 13 #25, Col. San Pedro de los Pinos) a las 20:30 horas  con la participación de Pilar Villela, Daniel Montero y Víctor Palacios, bajo la moderación de Edgar Hernández.

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Aline Hernández (México, 1988), su trabajo escrito explora temas como hegemonía, neoliberalismo, economía y su relación con el arte, así como formas de resistencia y cooperación. Forma parte de la cooperativa Cráter Invertido.