Por Pamela Ballesteros / @apoteosis_ y Sandra Reyes / @en_saturno | Abril, 2015
Hace dos meses publicamos en esta plataforma una entrevista a Javier Toscano sobre su ensayo Contra el arte contemporáneo, una publicación que aborda la relación entre el arte y el contexto económico global, la suma de adeptos al circuito y las configuraciones de la subjetividad. En la entrevista le preguntamos al autor sobre la posibilidad de disidencia que el circuito de espacios independientes quizá estén generando y si acaso funcionan como motor alterno ante las prácticas y formalidades institucionales. La respuesta de Javier devino en una crítica, que destaca la contradicción que existe entre el discurso de espacio independiente y las estrategias de vinculación que apuntan a un objetivo claro de visibilidad. Toscano señaló en la entrevista:
“Todo el tiempo [el sistema del arte] produce lo que son aparentes novedades y formas nuevas que lo que intentan es ganar visibilidad dentro de una estructura dada de valoraciones. Los espacios que tú mencionas no están generando ninguna práctica novedosa en sentido estricto. Incluso es mucho pensar –con tus propias palabras– que hay transformación o resistencia. Para nada. Lo que hay es un relevo generacional, que tiene sus propias características, pero donde todo seguirá igual”.
Ésta y otras afirmaciones despertaron discrepancias por parte de algunos representantes de espacios independientes y los comentarios pronto se manifestaron en Y,EI, una plataforma en la que están congregados artistas, curadores y periodistas culturales vinculados a los espacios independientes. En este contexto, dicho foro rebasó su capacidad de intercambio y se volvió necesario desplazar el debate a un encuentro abierto y con la participación de distintas voces.
Este primer ejercicio se realizó bajo el título “Subjetividades en circulación en el arte contemporáneo” con la participación de Javier Toscano artista visual, curador, escritor y filósofo; Tamara Ibarra, artista dedicada a la investigación de espacios artísticos independientes; Irving Domínguez curador e investigador independiente; y Christian Gómez, comunicólogo y estudiante de la maestría en Historia del Arte en la UNAM. Con el fin de mantener una conversación objetiva, previamente se estipularon tres ejes de discusión a partir de la línea de investigación contenida en el ensayo Contra el arte contemporáneo y de la entrevista que se le realizó al autor.
I
Como apunta Javier Toscano y partiendo de lo que se entiende por institución y autonomía en el arte contemporáneo mexicano, ¿la escena actual del arte es un relevo generacional de la escena de la década de los noventa?
*En este primer eje se le pidió a los invitados responder si la historia se repite “la primera vez como tragedia y la segunda como farsa” (Marx), o reflexionar sobre qué tipo de despliegue histórico sucede en la escena local del arte.
La respuesta fue unánime: no. Se cuestionó la necesidad —o necedad— de cortar o dividir bloques temporales, lo que implica reducir cierta época y asumir protagonismo de sus espacios y artistas específicos.
«Si hubiese un relevo generacional implicaría que un grupo de interés está dispuesto a pasar la estafeta y ceder el campo de ejercicio de poder», dijo Irving Domínguez. En este sentido, Christian Gómez tomó la palabra y trajo a colación el texto que Daniel Garza Usabiaga publicó en Caín titulado «Ni tu grupo, ni tu generación» [1]:
“Esta intermitencia generacional, que distingue a un grupo de individuos de cierta edad de otros, arroja una perspectiva cíclica de la historia que no considera su continuidad cultural y la forma en la que en cada momento, los individuos reaccionan a la especificidad de sus circunstancias históricas, lo que nos hace distintos no sólo en cada “generación” sino, prácticamente, en casi todo momento”.
Además Christian hizo referencia la investigación El cubo de Rubik, de Daniel Montero sobre el arte mexicano en los años noventa, en donde el autor señala que esta década no comienza en 1990 como pudiera pensarse, comienza en 1988 y finaliza en 2005. Asimismo, se encuentra la exposición Antes de la resaca bajo la curaduraría de Sol Henaro en el MuAC. Para Christian hablar de una década que se tiene que sepultar por otra, más que incómodo resulta impensable, por ello propuso no caer en esas narrativas que sólo pueden limitar el discurso.
Por su parte Javier Toscano apuntó que el problema radica, en principio, en que el lenguaje nos rebasa y sí hay que hablar de décadas porque de ese modo se configura el tiempo en Occidente. Coincidió en que no hay que hacer simplificaciones y aunque, en efecto, hay diferencias también hay repeticiones. Se pueden seguir algunos espasmos o síntomas que se repiten, lo que permite preguntarse, ¿quién construye los discursos de poder en la práctica contemporánea, quién los impone y desde dónde se crean? Como ejemplo, Javier mencionó La era de la discrepancia que rescata la lógica absolutista que explica una línea histórica que parece bastante clara. Este ejemplo permite, entonces, pensar en las narrativas y preguntar quién las elabora, pues justo ahí se genera un discurso de poder y se impone cierta visión hacía el pasado.
Para cerrar este primer eje, Tamara Ibarra expuso que, en su experiencia con la investigación que ha desarrollado sobre los espacios independientes —y para atender el tema del relevo generacional—, los artistas que gestionaron los espacios alternativos de la década en cuestión siguen activos y han mutado su operatividad, se han complejizado a la par de su profesionalización, por ejemplo, Temístocles 44 ahora se desarrolla como kurimanzutto, y La Panadería permanece con SOMA. No hay un cierre, sino una extensión que no permite afirmar que se trate de un relevo generacional.
Tamara puntualizó que no hay una ruptura sino una continuidad a la que se suman estrategias de generaciones anteriores, y lo que ha funcionado por décadas, han sido dinámicas grupales: primero la de los grupos, luego los colectivos y ahora los espacios. Para Javier la precisión de Tamara es un tema problemático. La lógica, la linealidad, la secuencialidad o este ejercicio historiográfico es una construcción, que busca explicar las cosas pero que además busca poder, lo cual ha generado narrativas y voluntades de poder. Al respecto Irving mencionó que México tiene un problema con la crítica, y a su juicio, lo que hace falta son voces críticas, trabajo que no se le puede atribuir a aquellos que ya se encargan de elaborar el relato histórico. Christian tomó la palabra y afirmó que, en efecto, en todas las narrativas hay una intensión de generar hegemonía pero las narrativas no se reducen a lo que hacen los artistas y los curadores, sino hay muchos agentes que participan del mismo relato y todos estos agentes también buscan afianzar el poder a través de sus prácticas y que tampoco lo vuelve un acto perverso. Para Javier no es posible relativizar todo y no es cierto que todo mundo quiera hacer hegemonía, la pregunta entonces se despliega en cómo generar narrativas no hegemónicas y si es posible. De acuerdo Javier sí hay intentos y guías. El polvo de la historia, de Walter Benjamín, aborda precisamente eso, rescatar lo que no está, no es el mainstream de la historia sino aquello que no se vio. Un ejemplo de este tipo de escritura es El queso y los gusanos, de Carlo Ginzburg, un ejercicio de la microhistoria italiana, donde el autor reconstruye la historia del Renacimiento en Italia a partir de Menocchio, un quesero que no tiene decisión en la hegemonía.
II
¿Es posible encontrar zonas de diálogo entre formas de hacer arte contemporáneo enfocadas al mercado y las que cuestionan el propio marco del arte para acercarse a prácticas de ciudadanía?
Esto desplazó la plática a pensar en cómo se generan las narrativas que no sean de poder desde el arte. Para Irving resulta muy complicado pensar en no necesitar las herramientas que provee la institución porque se trata de plataformas que permiten a ciertos agentes contar la historia.
Javier intervino para plantear que hay dos planos distintos, el conceptual y el material. Desde el punto de vista conceptual citó a Michelet y su libro El mar, donde el sujeto de la historia es el mar no las personas. En este sentido Javier asegura que estamos frente a un modelo reduccionista de narrativas que siempre habla de artistas, colectivos y grupos.
Tamara refirió al plano material y habló de su experiencia con su investigación y los intereses que debe atravesar en diferentes campos un proyecto artístico para lograr los apoyos económicos institucionales. A lo que Javier cuestionó que qué pasaría entonces si no hay cliente para una investigación, ¿no se realiza?
Para Christian se trata de ir más allá y resaltar las conversaciones e interacciones de retroalimentación que se generan entre grupos, colectivos e individuos, incluso hablar de las posibilidades institucionales y de lo que sucede durante las actividades locales e intercambios educativos fuera de la visibilidad.
III
Para concluir, en el tercer eje preguntamos, ¿creen que actualmente el sistema artístico está dirigido a moldear un solo tipo de subjetividad? Si es así, ¿cuál sería?
Javier explicó a groso modo desde dónde surgió su ensayo y mencionó que en el arte existe una parte que siempre se trata de esconder —en términos marxistas, la infraestructura—, esa parte de la obra que tiene que ver con los seguros, el transporte, etc. Hay una ideología de la presentación de las exposiciones que le suma valor a la obra y que está tras bambalinas. Ésta fue la intensión de realizar Contra el arte contemporáneo, se trata de un emplazamiento que a muchos artistas incomoda porque simultáneamente quieren vender obra. El autor reconoce que el mundo neoliberal funciona así y todos formamos parte de éste, lo problemático empieza cuando en otras estructuras se puede hablar cómodamente de esto (de costos de producción e incluso de corrupción) pero en arte no. Sin embargo, admite que la conexión entre el capitalismo cognitivo y el mundo del arte, no es donde se juega todo, en este caso es sólo el tema que seleccionó desarrollar en su ensayo.
Sobre la configuración de la subjetividad dijo que, en términos lingüísticos, no hay nada en el mundo que permita hablar de singularidad en el arte. El autor explicó en su ensayo cómo el discurso se ha convertido en la construcción de un contexto que la singularidad parece que sucede:
“El lenguaje no puede describir lo completamente singular, no es su función y, en última instancia, tampoco su cometido […] Por eso la teoría del arte no puede sino generar asociaciones de ideas, agrupaciones, conjuntos y directrices […] El discurso de lo artístico nace pues de la nostalgia de una unicidad perdida, o más bien: imposible”. [2]
En esas líneas Javier establece que el arte contemporáneo genera una subjetividad ligada a la lógica capitalista, en la que la singularidad ya no puede existir, hay un cambio de juego del modelo edípico al modelo narcisista. A partir de aquí se habló se indagar otras maneras de funcionamiento.
Tamara aseguró que el arte ya no puede ser entendido por la obra en sí misma, tiene que ver con conocer el contexto y la información alrededor. Refirió que, hablando desde los espacios, es complicado mantenerse dentro de ambos escenarios (espacios independientes e institución) y aunque se trate de un circuito independiente se sabe que deben existir ciertas negociaciones con las instituciones como museos, escuelas, etc, para hacer visibles y difundir los productos artísticos (obra, investigación, publicaciones, etc). Tamara recalcó que lo interesante de estas prácticas es que aunque participen del sistema del arte al interior de los espacios existen prácticas de autonomía, fallidas o no, pero siempre válidas. No obstante, Javier apuntó que el contexto es un concepto más complejo y no atiende únicamente al museo; explicó que el contexto es todo lo que está alrededor de la obra, y en ese sentido, la legitimación es intangible. Javier aseguró que no se puede hablar de adentro y afuera, y que el término «independiente» es hasta cierto punto ingenuo.
Finalmente quedaron abiertas varias preguntas, entre ellas: ¿para qué es el arte y qué hace a nivel cultural?
De esta manera transcurrió el I Conversatorio de GASTV en Zona de Desgaste. Un foro mensual que se plantea con el objetivo de abrir espacio a reflexiones sobre la práctica artística contemporánea.
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1. Garza Usabiaga, Daniel, «Ni tu grupo, ni tu generación» en Caín 6, 2014.
2. Toscano, Javier, Contra el arte contemporáneo, Ediciones Tumbona, 2014.
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