Por Andrea García Cuevas / @androclesgc
En 2009 Ragnar Kjartansson se convirtió en el artista más joven en representar a Islandia en la Bienal de Venecia. Su proyecto The End, que oscilaba entre el teatro y el performance, cuestionó el culto que rodea a la figura del artista —como un genio creativo en constante catarsis— y mostró una puesta en escena de momentos autónomos que se desarrollaban en tiempo real. Durante los seis meses de la Bienal, Kjartansson transformó el Palazzo Michiel da Brusà en su propio estudio, donde pintó día tras días diferentes retratos de un mismo modelo. La escena era una superposición de encuadres que comenzaba con un lienzo en blanco y se prologaba, sin fin, con las miles de miradas periféricas.
En The End el artista islandés proyectó algunos de los principales intereses que han guiado su obra. El lenguaje y las herramientas del teatro, del performance, de la música y del cine, le han permitido reflexionar en torno a las fronteras entre la realidad y la ficción. The Visitors (2012), por ejemplo, pone en tensión la performatividad del espectador —convertido en testigo y, a la vez, en personaje— a través de nueve videos que proyectan la imagen de nueve músicos que repiten constantemente la letra de una misma canción. Por su parte, el montaje de la instalación se organizó para provocar estados y actitudes similares a los adoptados en un concierto en vivo, una obra de teatro o un performance. El efecto, de acuerdo con el artista, era inmersivo.
La identidad es otro tema recurrente en el trabajo de Kjartansson. En sus diferentes proyectos es común identificar un constante juego de roles: puede ser un artista, un músico, un poeta o un hijo. En My Mother, My Father, And I, su primera exposición en un museo de Estados Unidos, recurre al momento de su concepción para rastrear las raíces más profundas que lo han definido como individuo y como artista. Su padre y su madre, ambos actores de teatro y de cine, representan los referentes más obvios e inmediatos para comprender su fascinación por el teatro, el performance y la acción. La muestra —presentada actualmente en el New Museum de Nueva York— incluye un video que está inspirado en la película Morðsaga (1977), donde sus padres interpretaban la fantasía sexual entre dos personajes. De acuerdo con una leyenda familiar, Kjartansson fue concebido la noche previa a la grabación de la escena. Así, el video Take Me Here by the Dishwasher: Memorial for a Marriage (2011-14) se presenta como un collage visual y sonoro del origen del artista.
Además de las artes escénicas, la música es otro de los elementos imprescindibles en las presentaciones de Kjartansson. La mayoría de sus performances están acompañados por audios o música en vivo que buscan hipnotizar o congregar alrededor de un punto (como un acto primitivo de unión) a los visitantes. Su relación con la música está vinculada con el grupo islandés Sigur Rós, con quienes ha colaborado en la composición de canciones y en la dirección de videos. El diálogo creativo con Jónsi, Georg, Ágúst y Kjartan Sveinsson (antiguo tecladista de la banda) ha llevado a Kjartansson a crear paisajes sonoros en cada una de sus piezas.
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