Por Pablo Cordero / @sugarskull12 | Diciembre, 2014
The War on Drugs, proyecto del cantautor Adam Granduciel (Massachusetts, 1979), era hasta antes de este año quizás mejor conocido por haber sido la primera banda profesional del hoy famoso Kurt Vile que por sus propias grabaciones. Sin embargo, la aparición en marzo de 2014 de su tercer disco Lost in the Dream permitió a The War on Drugs alcanzar por méritos propios un gran éxito comercial y crítico, al grado que diversos medios especializados lo han considerado el mejor disco de rock del año.
The War on Drugs practica un rock norteamericano de corte clásico, con una producción cuidada que no deja de lado algunos toques de electrónica análoga. El principal atractivo de Lost in the Dream es el talento como compositor de Granduciel, quien firma diez canciones de tono emotivo y confesional, escritas durante un periodo de dos años en el cual el autor padeció de depresión.
La influencia de Bob Dylan es evidente en el fraseo y en la voz nasal e incisiva de Granduciel, mientras que sus bases instrumentales, con toques de folk, blues y rock sureño, evidencian influencias tales como Neil Young y Bruce Springsteen. Por momentos, su música apunta también hacia el new wave ochentero. La base rítmica de “Burning”, por ejemplo, remite a The Cure, y el diálogo entre sintetizadores y guitarras eléctricas en algunos cortes hace pensar en New Order. Pero aunque el disco trae a la mente a estos artistas clásicos como referentes, The War on Drugs distan mucho de ser simples imitadores.
La calidad del disco es evidente desde su primer corte, “Under the Pressure”, balada construida en torno a una memorable melodía de piano, cuyas atmosféricas guitarras se extienden hasta casi nueve minutos de duración. “An Ocean In Between the Waves” e “In Reverse” también amplían el minutaje para permitir el convincente despliegue de la guitarra solista de Granduciel, en largos e interesantes jams. Cortes como “Red Eyes” y “Burning” son más cortos, pero cubren un amplio territorio sonoro y emocional.
También resultan notables las baladas de medios tiempos, como “Suffering” y “Eyes to the Wind”, canciones de profunda y catártica tristeza, con la voz de Granduciel situada al borde del quiebre.
Profundo, emotivo, repleto tanto de belleza melódica como de subidones adrenalínicos en sus cortes más rockeros, Lost in the Dream es la obra maestra de un autor en plenitud. Aunque sus canciones se apegan a las convenciones del rock clásico sin buscar ampliar sus horizontes, la calidad y profundidad del disco en conjunto nos permiten ubicarlo merecidamente entre lo mejor del año.
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