Arte

Opinión | Stanley Kubrick


Por Abel Cervantes | Agosto, 2014 

La semana pasada Stanley Kubrick habría cumplido 86 años. Desde mi punto de vista, es uno de los cineastas más grandes de la historia. Como pocos directores, expone a través de las imágenes en movimiento ideas, pensamientos o posturas filosóficas. Probablemente su película más reconocida sea 2001: Odisea del espacio. Quiero detenerme en una escena: “El amanecer del hombre”. Al final de ese capítulo un grupo de primates descubre que uno de los huesos de un animal muerto puede ser utilizado como arma para alejar a otro grupo de primates del territorio donde se encuentran ambos. Este proceso mental es el primer gesto de humanidad: a partir de una abstracción mental logra unir un significante (el hueso) con un significado (un artefacto que puede usarse para dañar a otro para apropiarse de un espacio). La escena expone a un primate azotando el hueso con toda su fuerza y posteriormente aventándolo hacia el cielo. Un sutil corte logra un efecto asombroso. La figura del hueso da paso al de una nave espacial. Se ha señalado en numerosas ocasiones que esta escena expone una de elipsis más largas de la historia de la disciplina, de miles de años. No obstante, Kubrick no la utiliza para anticipar un simple gusto estético o narrativo sino para representar dos momentos trascendentales: el principio y el fin de la humanidad. Ni más ni menos.

La secuencia está acompañada de la melodía Así hablaba Zarathustra, de Richard Strauss, que a su vez está basada en la obra homónima de Nietzsche. Se trata sin duda de una de las escenas más complejas de la obra de Kubrick, que desde el punto de vista de la semiótica puede ser analizada no sólo por la yuxtaposición de lenguajes (el visual, el literario y el musical, en este caso) sino por el resultado que esta fusión produce en el espectador.

El imaginario que proyectó 2001: Odisea del espacio en su tiempo repercutió a tal grado que cimbró las expectativas que existían de la ciencia ficción. La película mostró que una cinta de este género puede abordarse con fines de entretenimiento pero también puede hacerlo con expectativas metafísicas, como menciona Fredric Jameson en su magnífico Arqueologías del futuro: el deseo llamado utopía y otras aproximaciones a la ciencia ficción.

En los tiempos recientes muchas de las películas que se interesan por temas similares han nutrido su imaginario de esta película de Stanley Kubrick. Entre ellas pueden mencionarse Wall-E o Ella, sólo por citar dos ejemplos.