Por Andrea García Cuevas / @androclesgc
El pasado 20 de agosto, el Louisiana Museum of Modern Art de Copenhagen inauguró la mayor exposición individual de Olafur Eliasson. A través de tres espacios autónomos, la muestra está enfocada a explorar los principales intereses que han guiado el trabajo del artista danés: la relación entre el arte, la arquitectura y la naturaleza, las experiencias con los espacios cotidianos, y los procesos de experimentación con la geometría. Así, una de las galerías del museo presenta los videos Innen Stadt Aussen (2010), Movement microscope (2011) y Your embodied garden (2013), que proyectan y analizan el diálogo perceptivo que el cuerpo y su movimiento entablan con diferentes lugares. Por su parte, el proyecto Model room (2003) muestra 400 modelos geométricos —distribuidos en un orden similar al de una maqueta—, que exponen el método de trabajo de Eliasson.
Para la exposición, el museo comisionó al artista una instalación in situ que fuera capaz de intervenir física y conceptualmente la arquitectura del lugar. La propuesta: un paisaje compuesto que inunda por completo las salas de exhibición. Riverbed (2014) es la pieza central de la muestra homónima, no sólo por su monumentalidad sino por su propuesta. Se trata de un escenario que emula el contexto de un río con rocas naturales, tierra y un pequeño arroyo de agua. Además de ser obvio e inevitable, el contraste de un entorno natural con las paredes blancas de la institución es intencional.
La idea detrás del proyecto no está relacionada específicamente con el encuentro con la naturaleza, para Eliasson el objetivo del proyecto es confrontar al visitante con un espacio “fuera de lugar” y explorar cómo los individuos responden ante ciertas experiencias que no empatan con lo común: “Mi interés con este proyecto no es realmente promover una experiencia con un objeto o una obra de arte. Por lo contrario, me interesa cómo [las personas] relacionan el paisaje con el resto del mundo, y cómo se comportan dentro de él. Cuando estamos en contextos familiares, con nuestro círculo de amigos o familiares, nuestras sentidos se afinan, pero entre más nos alejamos del contexto local nuestras sensaciones son mucho más crudas. Me pregunto si nuestro enfoque sobre la atmósfera nos puede ofrecer una relación con algo muy abstracto y ajeno”.
Si bien un arroyo de agua no resulta distante, no se trata de una escena propia de un entorno urbano y, mucho menos, de una institución artística. De ahí, que el museo aproveche el proyecto para plantearse preguntas que cualquier espacio de este tipo debe plantearse respecto de su vocación: ¿qué tipo de comportamientos provoca un museo y qué convenciones y hábitos asociamos [como espectadores] dentro del mismo? ¿Qué tipos de encuentros sociales pueden suceder dentro de un museo? Riverbed es una instalación que busca confrontar desde un discurso muy sutil y vago. Sin embargo, las preguntas que buscan entablar la institución (y curiosamente no el artista) abren el campo de reflexión para pensar la tarea de los museos en la actualidad. A sus cuestionamientos valdría la pena agregar, ¿los proyectos espectaculares son necesarios para entablar un diálogo simbólico (y hasta interactivo) con los espectadores?
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