Cultura contemporánea

Opinión | Publicaciones autoeditadas


Por Emmanuel Boldo / @emanuelboldo | Agosto, 2014 

Actualmente en la ciudad de México existe una gran producción de fanzines, zines, libros y revistas por mencionar algunos formatos que de manera gratuita y a la venta  son distribuidos en tiendas especializadas, eventos, festivales y librerías. Estos  proyectos editoriales autogestionados han sido revalorados por los autores y los patrocinadores como productos altamente comercializables, pero actualmente, ¿qué ofrecen las publicaciones autoeditadas?

En la década de los setenta, los fanáticos de las bandas punks, abrieron la puerta del mundo editorial para cualquiera que tuviera acceso a una fotocopiadora y estuviera dispuesto a hacer la distribución de mano en mano de sus publicaciones —fanzines—, que no iban más allá de ser una hoja doblada por la mitad y sin ningún tipo de acabado. Los fanzines se transformaron en una exigencia al mercado editorial en el que no se sentían representados, un acto de rebeldía que les permitía gritar sus ideas y compartir su enojo con el mundo, décadas antes de las redes sociales, hicieran su aparición como medio alternativo. Recientemente las publicaciones autoeditadas se han convertido en un formato que permite a diversos creadores expresar, desarrollar y comercializar su trabajo de manera personal. Ya nada queda de aquel espíritu de rebeldía en contra del mercado editorial.

En 2012, en la extinta galería de arte Neter, en la colonia San Pedro de los Pinos, en el Distrito Federal, se llevó a cabo por primera vez el festival de zines y publicaciones diversas Zinamigos, un evento dedicado a al intercambio de publicaciones autogestionadas y que durante las diferentes ediciones del festival, también presentó proyectos de música y animación. Zinamigos resultó ser inspirador, pronto el proyecto comenzó a ser replicado en otros puntos de la capital, los productores de publicaciones vieron en este tipo de  ferias una forma fresca de dar a conocer su trabajo. Así surgieron un sinfín de eventos, como Fanzinorama con varias ediciones realizadas en la ENAP y en la fundación Pedro Meyer, la Expozine llevada a cabo en la Cafeleería, una cafetería ubicada al sur de la ciudad, que además de vender café, promueve diferentes estrategias culturales. Exhibiciones como la del festival NRMAL de la ciudad de México o Zine Reino en el “contracentro cultural”, Bélgica 204 en la colonia Portales, y muestras formales como la Fanzinoteca en el museo del Chopo.

Las diferencias entre cada uno de los eventos especializados en publicaciones autoeditadas suelen ser mínimas, estas ferias ofrecen a los mismos productores en su gran mayoría ilustradores, vendiendo e intercambiando su trabajo con otros productores que pertenecen a la misma escena. Un mercado que se autoconsume y que no parece estar interesado en llegar a un espectro diferente. Sin embargo, el mercado comercial ha volteado a ver a las publicaciones autoeditadas apropiándose de algunos elementos de su estética y filosofía para traducirlos en  mensajes altamente vendibles, tal es el caso de la publicación El Fanzine, distribuida de manera gratuita, la revista Pánico igualmente gratuita en el circuito Roma-Condesa y hasta la tienda Palacio de Hierro tiene una publicación autoeditada llamada La Gaceta. El intercambio es mutuo: las publicaciones autoeditadas también se sirven de los medios masivos para hacer llegar sus mensajes, desde anuncios de eventos en blogs comerciales, hasta la incursión de sus ediciones en librerías y tiendas.

Alguna vez pensé que las publicaciones autogestionadas eran el futuro de la industria editorial, hoy me doy cuenta de que son el presente. El espíritu de rebeldía se convirtió en un formato más para expresar ideas, ganó la democratización de los procesos de producción, pero se perdió la profundidad de los mensajes. Hoy en día, ¿existe una contracorriente en el mercado editorial?

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