Por Fabritzia Peredo | Noviembre, 2015
Todos conocemos ya los lamentables sucesos que acontecieron el pasado 13 de noviembre en París, Francia, donde un grupo terrorista irrumpió la tranquilidad en diferentes puntos de la capital, provocando la muerte de más de cien personas. Cabe mencionar que estos hechos se derivan de los ataques aéreos en los que Francia ha participado contra el Estado Islámico meses atrás.
En respuesta a la conmoción —y abordando el tema de acuerdo a la disciplina que me concierne— surgió un símbolo en redes sociales que se hizo viral rápidamente. Es una imagen simple, pero con mucha fuerza emocional que sirvió como herramienta para que personas en todo el mundo se unieran en solidaridad con Francia. Creado por el diseñador e ilustrador francés Jean Jullien, el boceto combina la Torre Eiffel con el símbolo característico de paz. Tras el atentado, Jullien expresó su dolor con un dibujo rápido e impulsivo y en cuanto compartió la imagen en sus cuentas de Twitter, Instagram y Facebook, ésta se volvió viral instantáneamente, contando con 53,000 retweets y 1.3 millones de likes en Instagram en tan sólo 24 horas.
Un símbolo sencillo convertido en un lenguaje mundial, en un manifiesto de pena y protesta. Pero también, es un símbolo que da testimonio a una fraternidad dividida. Es decir, la guerra en Siria se remonta al 2011, hay conflictos de menor escala pero que también han cobrado gran número de vidas en Irak, Libia y Sudán en los últimos cinco años, incluso la guerra contra el narcotráfico en México ha provocado un estado de alerta, sin embargo, nada de esto ha provocado tanto revuelo en nuestro contexto nacional y a nivel global, al menos en los principales medios de comunicación. No repruebo el uso de imágenes como expresión, de hecho considero que son armas poderosas para cuestionar y replantear ciertos argumentos que involucran la ética, la política y los intereses de naciones enteras, como es el caso en particular. Sin embargo, este fenómeno selectivo me parece curioso y hasta molesto, porque en realidad el inconformismo no debería limitarse a un momento o espacio, sino a la carencia de armonía y unión que caracteriza a la raza humana.
#peaceforparis es egoísta y clasicista, porque la paz es necesaria en todo el mundo, sin distinción de raza, pueblo o religión. Y me gustaría ver, al menos, una manifestación gráfica igual de influyente que lo considere.
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