Arte

Opinión | Ocupar un espacio (vacío) de paz


Por Jorge Juan Moyano

Los pitagóricos fueron, en la Grecia del siglo V A.C., una secta de astrónomos, músicos, matemáticos y filósofos, que creían que todas las cosas son, en esencia, números. Así, el 1 es el punto, el 2 la línea, el 3 la superficie y el 4 el sólido; la materia. En su geometría, el 3 se manifiesta en el triángulo y el 4 en el cuadrado.

Jorge Arreola Barraza (Ciudad Juárez, 1985) utiliza la forma del cuadrado para crear un espacio imaginario de paz. Con pintura blanca y el uso de un esténcil “raya” en el asfalto público un cuadrado de un metro por un metro; por afuera del mismo, la frase “Espacio de paz”. Los transeúntes en Ciudad Juárez aprovechan el interior de este “no-lugar” para fotografiarse y escapar, momentáneamente, de una violenta cotidiana.

En fuga de su territorio natal, el artista propone una reactivación de la pieza en el barrio de Santa María la Ribera en la ciudad de México a partir de la propuesta del espacio independiente Casa Imelda. En esta ocasión utiliza cal en vez de pintura para las letras de la frase. El cuadrado, de 11 metros por 11 metros, se forma ahora por cuatro esquinas, con sus aristas, que se juntan a través de la señalética urbana. Cuatro puntos, que se convierten en líneas, superficie y materia para enmarcar la ley. Este cuadrado genera a su vez, un vacío. Provoca un adentro y un afuera. Se alude a él como un marco para la representatividad política del cuerpo a través de la ley. Así, éste cuadrado simboliza el Estado y procura una inclusión/exclusión del estado de derecho que él mismo profiere.

Thomas Hobbes, en su “Leviatán” de 1651, describe la pérdida de un estado salvaje del individuo al entrar en un acuerdo de civilidad, y por lo tanto de paz y sociabilidad. Entonces, su cuerpo es protegido y representado por la ley. Podemos pensar este acuerdo, como un adentro del «Espacio de paz» circunscrito por Arreola con las mismas líneas trazadas por el gobierno, quien, siguiendo a Hobbes, procura esta paz administrando la violencia. Sin embargo, el acto del artista más bien refleja esta falta del Estado Mexicano. El «Espacio de paz» simboliza un vacío de ley y la incapacidad de paz en un territorio desahuciado. La elocuencia de Arreola al apropiarse del dibujo preestablecido por el Estado hace evidente lo que en ocasiones permanece de la promesa fundacional de un Estado: la pura forma.

La pieza de Arreola re-escribe entonces la forma y los límites mismos de la ley y su función desde un acto vandálico. Empero, la frase “Espacio de paz”, que se lee rumbo al norte y está escrita con cal, tapa la pestilencia de un animal muerto en la calle. Así, este material blanco cubre un bulto, un organismo descubierto de ley y en descomposición. Un cuerpo blanco que se vuelve visible por el valor de alguien que no soportó el hedor y le echó el polvo inmaculado. Arreola consigue con esto presentar un marco de visibilidad para la los cuerpos-bulto acaecidos. Además, nos hace presentes de nuestra vulnerabilidad como cuerpos en tránsito por la vida y en la lucha social.

Finalmente, la pieza de Arreola permite otra reflexión en relación el tiempo y la permanencia. El tránsito de los coches, camiones y motocicletas; de bicicletas, transeúntes y perros va desmoronando ese montón de cal que enunciaba un espacio imaginario. Se va desvaneciendo una ilusión. Es esa naturaleza cambiante de la pieza, lo que permite ver que la promesa de paz del Estado, es tan solo eso: una promesa, que se regenera y se vicia por el deseo, el anhelo y la necesidad de los ciudadanos y de los soberanos. Sería ingenuo pensar que este gran sentimiento pueda ser otorgado por un organismo ajeno al individuo. Lo más que podría hacer el Estado es procurar tranquilidad y sosiego en la cotidianidad de las vidas que comarca. Lo que permanece entonces después de esta acción de Arreola, no es la denuncia de una promesa vencida, ni la cal esparcida en el asfalto, ya sin significar nada. Lo que subsiste es un Estado vacío de ley. Un cuadrado que sigue ahí, que siempre estuvo ahí. Una forma de Estado fosilizada e inactiva que “sólo se enuncia a sí mismo”. Resta entonces la pregunta por la situación del individuo “clasemediero” que atraviesa “desnudo” estos espacios vacíos de ley adentro del territorio nacional.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.