Arte

Opinión | Lo sublime y lo contemporáneo en el arte


Por Sandra Sánchez / @phiopsia | Octubre, 2014

Los conceptos de arte y artista, como los entendemos hoy, surgieron en un periodo particular, en la modernidad del siglo XVIII. El reto más grande en esa época consistió en darle un lugar a  la experiencia de lo sensible dentro del orden racional; lo cual no se reduce al arte, pero encuentra en él una práctica donde constantemente se contrapone lo sensible a lo racional. El libro pilar en esta discusión es la Crítica de la facultad de Juzgar, escrito en 1790 por el filósofo Immanuel Kant.

Ahí se establece que el artista es un genio y que lo que produce parte de un juego entre la imaginación y el entendimiento. Los objetos que produce el artista provocan en el espectador una experiencia no de conocimiento, sino de reflexión. En el libro, Kant divide a los juicios reflexivos en dos: aquellos que atañen a lo bello y aquellos que refieren a lo sublime. Lo bello tiene que ver con la forma que genera una complacencia desinteresada, sin la representación de un fin. Lo sublime es más complejo, pues consiste en una experiencia que lleva a un “refrenamiento momentáneo de las capacidades vitales”, en donde la imaginación se pierde en el infinito de la propia experiencia y se encuentra ante “lo grande sin más”. El sujeto experimenta temor ante lo sublime, sin embargo esta experiencia es controlada por la misma razón, quien ordena el evento y, en palabras de Kant, “permite descubrir en nosotros una capacidad de resistencia de un tipo muy diferente que nos da valor para poder medirnos con la aparente omnipotencia de la naturaleza”. Pensemos en La gran ola de Kanagawa de Katsushika Hokusai.

Existe una discusión importante sobre la posibilidad de la experiencia de lo sublime en el arte. Respecto a eso, encontramos en la Crítica de la facultad de Juzgar un párrafo que indica que “sólo y principalmente tomamos en consideración lo sublime en objetos de la naturaleza (lo sublime del arte siempre se limita a las condiciones de compatibilidad con la naturaleza)”. La experiencia de lo sublime se vuelve fundamental en la estética y en la historia del arte porque en ella se ubica el momento de descontrol ante la razón: todo aquello que escapa al concepto, lo que se desborda en la sensación. Quizá uno de los artistas que más se asocian a lo sublime es Joseph Mallord William Turner, cuyos paisajes ubican al hombre como una parte pequeña que se confronta al grandioso poder de la naturaleza.

Sin embargo, más allá de Kant, lo sublime ha servido como trampolín para discutir los distintos límites de la propia razón: lo irrepresentable, lo ominoso, lo tecnológico, el terror y las múltiples alteraciones sensoriales que desbordan el orden racional. Tanto artistas como teóricos se han apropiado del problema kantiano, generando distintas derivas. En 2006 el departamento de edición del MIT y la Whitechapel Gallery formaron una alianza editorial para producir una serie de libros de arte contemporáneo divididos por temas. Entre ellos podemos encontrar volúmenes dedicados a la sexualidad, la exhibición, la naturaleza, el objeto, el tiempo, el mercado, el documento, la abstracción, la memoria, la ruina y lo sublime.

El volúmen The Sublime es editado por el artista e historiador británico Simon Morley. El contenido consiste en una serie de artículos que han contribuido al desarrollo conceptual de lo sublime contemporáneo. Entre sus autores encontramos a artistas como Marina Abramovic, Joseph Beuys, Tacita Dean, Walter De Maria, Olafur Eliasson, Yves Klein, Richard Long, Barnett Newman, Gerhard Richter, Hiroshi Sugimoto, etc. Desde la teoría encontramos textos de Marco Belpoliti, John Berger, Jacques Derrida, Barbara Claire Freeman, Fredric Jameson, Julia Kristeva, Jean-François Lyotard, Jean-Luc Nancy, Jacques Rancière, Paul Virilio, Slavoj Žižek, etc. La discusión de lo sublime no sólo se enmarca en el arte, presupuesto que queda claro en los textos, ya que sobrepasa ese terreno y se coloca como un tipo de experiencia que le sucede a cualquiera. Recordemos, “lo grande sin más”, el momento en donde la razón no es suficiente para explicarnos la experiencia que estamos viviendo, ¿le ha sucedido?

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