Arte

Opinión | Guten Tag, Ramón


Por Gustavo Cruz @piriarte | Septiembre, 2014

Cuando Eugenio Derbez promocionaba su película No se aceptan devoluciones (2013) fue cuestionado por el enfoque amable y caricaturesco de un problema tan hondo y delicado como la migración. El cómico televisivo dijo que México ya estaba cansado del cine de crítica social, que el público pedía películas más amables que los hicieran reír y conmoverse, y que su película intentaba responder a esta demanda. El éxito en taquilla de su comedia puede, si se quiere ser igual de superficial, darle la razón. Se puede, también, entrar en un debate moralista sobre el deber de la producción fílmica en un país con tantos problemas sociales. Lo que es verdad es que Derbez no es original en esta postura. En realidad describe una tendencia en cierta producción fílmica nacional. La trayectoria del cineasta mexicano Jorge Ramírez Suárez es un ejemplo perfecto de este giro.

En 2004, un poco rezagado después del auge de cintas preocupadas por retratar la corrupción que atacaba al país, Ramírez Suárez dirige Conejo en la Luna, cinta enfocada en el fenómeno del secuestro. Actualmente se encuentra en cartelera su cinta Guten Tag, Ramón, a la que se refiere como una fábula del fenómeno de la migración. La cinta cumple con lo descrito por Derbez, es amable, simpática y emotiva. Los infinitos lugares comunes a los que se recurre para alcanzar la identificación y caer en el chantaje emocional son tan obvios que no se profundizará en ellos.

Lo que preocupa en esta nota es un comentario del director durante la promoción de la cinta. Ramírez Suárez hace mención en una entrevista de que al buscar subsidios para la producción tuvo que competir con películas enfocadas más a participar en festivales que a gustar entre el público, que son a las que más se financia. Esto encierra una contradicción elemental que puede echar luz sobre la pertinencia del comentario de Derbez. Hay cierto cine mexicano que ha intentado ser espectáculo ofreciendo productos que imitan la estética y narrativa de la hegemonía Hollywoodense, con la clase media urbana como protagonista. La mayoría de estas cintas son producidas por el monopolio televisivo con el único fin que distraer. Si una cinta que busca ser comercial y gustar al público necesita ser subsidiada es porque ese público al que va dirigido tiene otras preferencias. Tal vez Derbez tenga razón en lo que «la gente» está pidiendo, pero la producción fílmica mexicana no puede competir con quién ya está supliendo la demanda de distracción.

Esta postura no es una exigencia por un cine crudo y violento. Se defiende la idea de que el cine mexicano puede ser bueno si se enfoca en un circuito específico (los festivales) que asume como condición el poco éxito comercial.