Por Victor Méndez / @vichoamino | Agosto, 2014
¿Qué pasaría si se privara a algún ser vivo de la normalidad de su entorno natural y físico? A simple vista suena imposible, sin embargo, en un ejercicio más estético que científico, el artista y diseñador japonés Azuma Makoto, con base en Tokio, presenta el proyecto Exobiotanica, que busca plasmar el comportamiento de ciertos organismos vivos fuera de las condiciones específicas en las que se desarrollan.
Makoto es en primera instancia, desde la perspectiva del diseño, un caso singular. Su material de trabajo son las plantas, y es a través de éstas que explora diferentes posibilidades, desde lo ornamental hasta lo utilitario. En este proyecto hay una intención más allá del reconocimiento de la belleza. Hay una investigación detrás que habla de las características que tiene la química del planeta en su atmósfera y fuera de ella. Sin embargo, no se logra apreciar.
John Powell, de JP aeroespacial, colaboró en este vuelo espacial botánico desde la ingeniería y construyó un marco de fibra de carbono, donde se suspendió la planta elegida, se experimentó con un bonsai japonés de 50 años de edad y con un arreglo floral formado por hortensias, orquídeas y lirios, a 30000 metros de altura, con una temperatura por debajo de los 50 grados Celsius. Este marco fue transportado por un globo debidamente controlado y equipado para documentar todo el proceso. El equipo, al ser muy pesado, se ajustó a los límites de peso, pero también respondió a las necesidades estéticas de la planta, por ejemplo, para el arreglo, las hojas y los pétalos se desprendían, por tanto se ocupó alguna cámara que siguiera ese trayecto.
La esencia del proyecto queda enmarcada por la siguiente pregunta: ¿qué tipo de belleza nacerá? Según menciona Makota, una planta necesita de tres características básicas para vivir: raíces, suelo y gravedad; para responder a la cuestión hay que eliminar estos tres elementos que la vinculan con la vida. La respuesta: se crea exobiota, entendida como la reunión de seres vivos fuera de la tierra. Y esta muestra video-fotográfica da cuenta de la evolución que tuvieron las plantas en este recorrido.
Las imágenes son apabullantes. Fondos repletos de nubes e intensos tonos azules, se observan montañas y se comprueba la redondez de la tierra. Algunas flores, para el caso del arreglo, ya se han caído y vuelan en rumbo desconocido. Es una secuencia con gran información estética. Makoto utiliza flores de colores brillantes para contrastar con la oscuridad del espacio: la vida y la muerte de la planta. (En las imágenes no es posible determinar la afección o el beneficio experimental de las nuevas condiciones de vida del ser vivo).
El concepto es interesante, al igual que el proceso, sin embargo, no hay sustento, más allá de tener fotografías “bonitas”; podría mostrar caminos diversos, en cambio el propósito es un despropósito. Al final no convence, siquiera visto como un ejercicio artístico y permanece en comentarios como: ¡mira, una planta en el espacio! Se pierde el sentido primario del proyecto.
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