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Cuauhtémoc Medina, el padre y el lenguaje modelno, por Sandra Sánchez


Por Sandra Sánchez / @phiopsia | Octubre, 2014

Modelo paternalista

Las instituciones están formadas por personas, es absurdo mirarlas como entidades divinas capaces de curar cualquier malestar personal o cultural. El 27 de septiembre de 2014 el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MuAC) inauguró la exposición Yo sé que tu padre no entiende mi lenguaje modelno, homónimo de la pieza de Noé Martínez y frase de Tango del Pecado de Calle 13. La exposición abrió una discusión sobre la relación entre artistas, curadores, instituciones culturales y mercado; la constante fue que cada agente que se sumó a la discusión señaló a Cuauhtémoc Medina, curador en Jefe del MuAC, como el responsable institucional de todas las fallas que la exposición tiene, como la relación entre el arte y el mercado. Poco se habló de la propuesta crítica, o su carencia, en cada pieza.

La curaduría de la exposición es simple, se basó en una selección de artistas que nacieron después del temblor de 1985. La gran pregunta fue ¿cómo se seleccionaron a dichos artistas? ¿representantes de la generación? ¡Como si eso existiera a estas alturas de la historia! En fin, la expectativa estaba presente.

La promesa

El 26 de septiembre de 2014, un día antes de la inauguración de la exposición, Cuauhtémoc Medina publicó en su blog una nota sobre la exposición, que aparecerá en el Folio (catálogo) de la misma. En ella menciona que, a partir de la globalización, la organización artística ha cambiado. “En el peor de los casos, ha producido la impresión de que las opciones de avance artístico son un mero producto de lo que el anglicismo denomina networking: las habilidades de contacto personal, construcción de redes y seducción curatorial. Mucho del resentimiento que gira en torno a los circuitos de arte contemporáneo deriva de la impresión de que las relaciones personales y el favoritismo rigen programas y sistemas”. La exposición aparece entonces como una promesa, un intento de salirse del networking. Todos esperan encontrar la diferencia, una verdadera pluralidad que hable por una generación entera. Desde la ilusión de la inclusión, el éxito de la exposición es imposible. Si una de las características primordiales del museo es generar un orden epistemológico y sensible, está implícito que siempre “algo” quedará fuera.

Sin embargo, la promesa sigue su curso. Medina escribe: “[E]n el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MuAC) hemos asumido que nos corresponde, con otras instituciones y colegas afines, crear cuantas vías y modos sea necesario para producir un tejido artístico más complejo en nuestra localidad”. El curador explica que el museo lanzó en 2013 un “experimento” llamado “Revisión de Portafolios”, donde se convocó a los artistas a mandar su obra para que, tras una selección, se expusiera y discutiera con curadores. Se recibieron 320 propuestas y se revisaron 90 portafolios. La revisión, tuvo como regla “la reflexión y la acción sobre lo singular”.

La exposición

La promesa no existe, su cumplimiento está atravesado por un pathos lleno de interpretaciones. La gente llegó a la exposición y se encontró con que la muestra no representaba esa “reflexión y acción sobre lo singular”, no había una amplia exposición sobre el arte de la generación post 1985. Comenzaron las quejas y Medina se convirtió en un Santa Claus que no llevó los juguetes correctos a los niños ávidos de nochebuena. La mayoría de las críticas contra la exposición tomaron a la parte por el todo: Medina es parte del circuito, pero sólo parte, ni siquiera representa a todo el MuAC.

El hecho de que el arte sea un fenómeno, hace que el sujeto de imputación moral del propio fenómeno no exista. La responsabilidad se encuentra en cada una de los sujetos que la conforman. Una institución, por más marca e identidad que tenga, no es una persona. No se le puede adjudicar a Medina el éxito o fracaso de la exposición, tampoco el modelo paternalista del que tanto trabajo nos cuesta salir. El hombre no es dios, no tiene la capacidad de conocer todos los circuitos del arte actual mexicano para buscarles un “lugar” de exposición.

La responsabilidad

De lo que sí se le pueden pedir cuentas a un hombre es de sus propias palabras. Cuauhtémoc habla en su blog, citado anteriormente, de la política del networking, que en mexicano se acerca  al “compadrismo”. Salir de ella, nos dice. Sin embargo, la exposición sospecha la presencia de este tipo de prácticas. De los noventa portafolios revisados sólo cuatro personas tuvieron un lugar en la exposición: Cecilia Barreto con Diagrama de la interferencia,  Chantal Peñalosa con Un año limpiando frijol, La rutina del tenedor y Sin título, Alicia Medina con La caída del padre y Omar Vega Macotela con Nosotros somos San Marcos. La revisión de portafolios es un gran esfuerzo por generar un puente y un diálogo entre los artistas, los curadores y las instituciones. ¿Sólo cuatro tuvieron “la reflexión y la acción sobre el singular” para poder exponerse en el MUAC?

La operación que causa sospecha es que de los catorce artistas, seis forman parte o han contribuido con exposiciones o publicaciones en el colectivo Cráter Invertido: Noé Martínez, Emiliano Rocha Minter, Julián Madero, Juan Caloca, Jazael Olguín y Yollotl Alvarado. En este artículo no se está poniendo sobre la mesa la discusión que cada obra tiene, o el sano esfuerzo de la autogestión, como es el caso del Cráter. Lo que incomoda es que parece que el networking que critica Medina sigue operando, ¿o de qué otro modo se explica que un colectivo con intereses cercanos a los del museo, es decir, la reflexión sobre arte y política llene casi la mitad de la estrecha sala del museo? Más allá de que en 2013 el MuAC haya adquirido obra del Cráter, hay otras dudas presentes: ¿Por qué exponer más piezas del colectivo que de la crítica de portafolios? ¿Dónde está la pluralidad? ¿Qué es importante visibilizar para el MuAC y sus curadores? Quizá la sospecha sea errada y el “compadrismo networkero” no esté operando en la exposición. Sería sano que se explicaran, entonces, los criterios curatoriales. Se extiende la petición no sólo a Cuauhtémoc Medina, sino a los responsables de tomar las decisiones para presentar Yo sé que tu padre no entiende mi lenguaje modelno y saber cómo llegaron dichas piezas a la sala es importante para sus habitantes universitarios —pues de cierta forma los representa— y para el circuito del arte en general. La discusión se abre.

Foto: MuAC.

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Sandra Sánchez escribe desde 2011 sobre procesos artísticos en revistas como CódigoPortavozGASTV. Su práctica se enfoca en la gestión cultural y la docencia; impartió el Seminario Libre Moderno ≠ Contemporáneo en la Galería Autónoma de la FAD (UNAM). Es co-fundadora del centro cultural Zona de Desgaste, enfocado en procesos de refle-xión sobre el fenómeno del arte contemporáneo.