Arte

Opinión | Comunidad Vivex


Por Sandra Sánchez @phiopsia | Septiembre, 2014

En la calle de Topacio número 25, en el barrio de la Merced de la ciudad de México, se encuentra ATEA [Arte/Taller/Estudio/Arquitectura], un espacio que busca promover y difundir el arte contemporáneo mexicano, teniendo como hilo conductor proyectos de acción directa, comprometidos con la sociedad.

Inaugurada el 30 de agosto, ATEA aloja la exposición Comunidad Vivex. Plataforma para el desarrollo de arquitectura social, comunidad y construcción, gestionadas desde la arquitectura, que se compone de videos, maquetas, fotografías y pedazos de concreto que funcionan como registro de los proyectos realizados en Comunidad Vivex, una Asociación Civil derivada de S-AR (stación-ARquitectura), fundada en Monterrey, en 2003 por César Guerrero, Ana Cecilia Garza, Carlos Flores y María Sevilla. Aunque el dispositivo de exposición se equipara al de cualquier galería de arte contemporáneo —hoja de sala, fichas técnicas, espacios marcados para un recorrido específico—, el visitante no se confronta con obras de arte, sino con objetos que comunican el proyecto realizado por la asociación civil.

La hoja de sala explica que los beneficiados son familias en cuyo seno se encuentra un integrante que se dedica al oficio de la construcción, pero que carece de una casa propia. Comunidad Vivex, por medio de patrocinios con empresas y particulares, aporta material de construcción, asesoría técnica y diseñadores para cada proyecto; las familias aportan el terreno y la mano de obra. Aunque la asociación civil cuenta con maquetas, los planos se discuten con los futuros habitantes de la casa, para dialogar y cubrir sus necesidades.

Comunidad Vivex alegra a cualquier visitante; saber que hay acciones de iniciativa civil en donde la población con mayores dificultades económicas se ve beneficiada con una casa, genera inmediatamente juicios positivos. Sin embargo, surge la pregunta sobre la necesidad de presentar el proyecto en un sitio destinado al arte contemporáneo. Si bien ATEA fue formada por arquitectos, lo que el espectador observa es el registro y proceso de un proyecto que no nació con la finalidad de convertirse en obra de arte.

En El malestar en la estética, Jacques Rancière, dice que “el arte no es el concepto común que unifica las diferentes artes. Es el dispositivo que las hace visibles. Y «pintura» no es solamente el nombre de un arte. Es el nombre de un dispositivo de exposición, de una forma de visibilidad del arte. «Arte contemporáneo» es el nombre que designa propiamente el dispositivo que viene a ocupar el mismo lugar y a desempeñar la misma función”. Es cierto que Comunidad Vivex no surge, en primera instancia, con fines artísticos; sin embargo, el hecho de que el registro de su acción sea colocado en ATEA, un sitio donde se muestra “arte contemporáneo”, produce un giro: coloca a su producción en el terreno del arte, en donde los objetos presentados no se convierten en piezas, lo que se expone es el fenómeno sucedido mediante un dispositivo de exposición. Y, ¿qué sucede?, una forma distinta de hacer política, donde el proyecto no sólo se desprende de las opciones de espacios rígidos de constructoras comunes, pues a la par de la construcción de la casa se enuncia una forma distinta de participación ciudadana y de interacción familiar.

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