Por Rosa Castillo
Norman Mclaren es una de las grandes figuras dentro de la animación. Desde 1934, que inicia su carrera cinematográfica, encontró en ella un campo fértil de experimentación. Sus aportaciones se deben a la gran destreza técnica sobre los procesos de la animación y su infatigable búsqueda del movimiento en todo aquello que pudiera ser sujeto a grabarse.
Fue el primero en utilizar la técnica que él mismo nombró Pixilación (pixilation), usando objetos (A chairy tale, 1975), y humanos (Neighbours, 1952), como personajes de sus cortos animados; y el primero en realizar películas raspando y pintando el celuloide (Blinkity Blank, 1955, y Caprice en couleurs, 1949); entre muchos otras experimentaciones con sonido e imagen.
Con un espíritu casi surrealista, sus exploraciones llegaron a la danza. En sus últimos años de trabajo realizó tres cortometrajes: Adagio, Pas de deux y Narciso (su último film, en 1983). Adagio y Narciso, son estudios del movimiento y de la técnica misma del ballet a partir de slow-motion y efectos visuales; sin embargo, es en el Pas de deux que marcó y demostró una vez más la gran maestría técnica de Mclaren.
En, Pas de deux (1968) McLaren sobre expuso hasta diez veces cuadro por cuadro una coreografía de los bailarines Margaret Mercier y Vincent Warren filmados en blanco y negro y compuestos a partir de la combinación de slow-motion con imágenes multi-dinámicas. La técnica supone la sobre exposición cuadro por cuadro de la misma película para generar el efecto del desdoblamiento de la imagen en el tiempo y el espacio. La coreografía está pensada de principio a fin, cuidando el trazo escénico –la didascalia- y los tiempos.
A la hora de acercarnos a este video tenemos que posicionarnos en el tiempo de su creación; tenemos que pensar en el cambio de paradigma que significaba cada nuevo invento técnico, cada experimentación visual y sonora implicaba romper con esquemas de representación. Ahora con los programas de edición digital es fácil pensar en el desdoblamiento de la imagen; pero no fue sino hasta la década de los sesenta que por primera vez se ve este efecto en el cine (ya conocido en la fotografía finales del s. XIX) inventado por Cristopher Chapman en 1967, con su gran estreno A place to stand sólo un año antes de que McLaren lo explotara en la animación.
Sin embargo, las exploraciones de ambos directores son francamente distintas. McLaren estaba más bien interesado en el movimiento mismo y sobre esta base, expuso la misma imagen hasta diez veces: cuadro por cuadro fue desenvolviendo las figuras para crear efectos visuales que aún ahora nos sorprenden.
Como última nota, hay que tener paciencia para ver el video. Ahora estamos acostumbrados a ritmos acelerados en la edición, así que para ver los videos de McLaren tenemos que dejarnos llevar por la música, por los pasos, por el trazo visual, y ver cómo poco a poco el movimiento se va casi casi destruyendo para crear otras formas tridimensionales del mismo.
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