Por Rosa Castillo
La compañía francesa de la coreógrafa Marie Chouinard ha viajado por todo el mundo, su obra bODY_rEMIX7gOLDBERG_vARIATIONS vino a México, fue a Francia, pasó por España, visitó Estado Unidos, se creó en Italia y se presenta cada tanto tiempo en su sede de origen, Montreal, Canadá.
Sin embargo, su éxito en escenarios no refleja la opinión de la crítica, con la cual concuerdo. ¿Qué es lo que vemos en Chouinard? Definitivamente vemos exploración, vemos irreverencia, vemos bailarines excepcionales y vemos recursos innovadores, pero, ¿vemos algo más?
Es incuestionable la destreza de los bailarines así como la inmensa exploración que Chouinard logró del movimiento en sí mismo. Los cuerpos se expanden en el espacio y se expanden sus posibilidades por prótesis que permiten ir más allá, se usa el sonido, la voz, las muletas y la música; los cuerpos se construyen y reconstruyen, se deshumanizan en forma y rehumanizan en movimiento.
Es justamente aquí donde la pieza finca su posibilidad, en explotar el cuerpo. Pero me pregunto, ¿hoy en día podemos pensar la danza como una exploración del movimiento sin más? Estoy totalmente de acuerdo que la exploración corporal fue parte importantísima del desarrollo de la danza. Se rompieron esquemas de representación, se cuestionaron las formas, se innovó en el movimiento; y todo esto siempre pensando en la oposición de la danza clásica. Pero si voy a ver danza el día de hoy, esperaría que no se quedara en esto, en una fórmula ya gastada.
Hay una delgada línea entre el placer y el dolor, se ejemplifica en un dúo con un hombre gimiendo audiblemente en un micrófono en cada paso que se da en punta por su pareja femenina. Si Chouinard está reflexionando sobre el ballet, entre la línea el placer y el dolor, la exigencia casi destructiva del cuerpo para satisfacer al espectador ávido de pureza y perfección, ¿son necesarios dos actos completos?
Por otro lado, si estamos cuestionando el cuerpo, el uso de puntas —o yo que sé—, ¿no tendríamos que reflexionar sobre el propio movimiento con que lo realizamos? Chouinard está enamorada del cuerpo de sus bailarines, está fascinada con la línea, con la figura.
A lo largo de los cincuenta minutos de coreografía, más que otra cosa, vemos el juego de cuerpos en la interacción con props. Las muletas, las sillas y las estructuras no significan mucho, más allá que las meras formas que se pueden hacer con ellas.
Sigue siendo una obra que impacta, que te deja pensando —o escribiendo—, que es irreverente, provocadora, que quiere explorar, que rompe con los cuerpos, pero a fin de cuentas, que peca de lo que mucha de la producción dancística también peca: la fascinación por la forma.
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