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Manifiesto del fototráfico, por Daniela Bojórquez Vértiz


Octubre, 2017

Fotografiar es construir marcos. Cada día se producen más fotos que en todo el Siglo XX: una foto más sí importa. Toda imagen fotográfica es única, aunque sea idéntica a otras miles. Las fotos son ventanas (salvo si aparece una ventana). Las selfies son espejos que mienten. A veces es mejor hacer crash que click. Quien aprieta el botón y el autor de la foto pueden ser dos personas diferentes. Todas las fotos provienen de la realidad = todas las fotos son ficciones. Los momentos fotografiados no son vistos ni vividos. Photoshop ha existido siempre. No toda impresión se imprime. Tomar fotos en la azotea no es un tema. No captar instantes, sino los cambios de estado en una serie de instantes. Hay más fotos que seres humanos; hay más imágenes de seres humanos que fotos. Esto no es un café latte sino la foto de un café latte: lo importante es la espuma. En fotos, la sombra o el reflejo de un objeto son el objeto. El amarillismo de la nota roja a veces se imprime en blanco y negro. Nadie posee una foto; apenas un punto de vista. Las fotos señalan mejor el tiempo que los relojes. No al palo-selfie.

Texto publicado en Inventar lo posible. Manifiestos mexicanos contemporáneos (Taurus, 2017).

Foto: Cortesía de la artista.

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Daniela Bojórquez Vértiz toma como eje la contaminación entre distintos niveles de “realidad” y sus representaciones. Trabaja con fotografía, texto y libros de artista. Ha expuesto de manera individual y colectiva en Centro de la Imagen, Salón ACME, Museo Universitario del Chopo, Centro Cultural Border y Museo de Arte de Zapopan, Jalisco (MAZ), entre otros. Como escritora ha publicado Lágrimas de Newton (2006), Modelo vivo (2da. Ed. 2013) y Óptica sanguínea (2015).