Por Pablo Cordero / @sugarskull12
“That night I watch people fucking on my computer. Nobody can see me looking anyway”, recita la voz ominosamente distante de Jenny Hval sobre un solemne acorde de órgano. Es la primera frase que emiten los parlantes al escuchar Innocence is Kinky, segundo disco de la noruega Jenny Hval, otra cantante de la banda de metal gótico Shellyz Raven y del proyecto oscuro Rockettothesky. Es un inicio potente, un tiro a quemarropa de carnalidad asertiva, actitud que permea las once canciones del disco.
“Innocence is Kinky”
Musicalmente, Innocence is Kinky es digno de catalogarse entre las propuestas más lúcidas e innovadoras en la música popular actual, un disco de rock de autor, vanguardista y original. Representa un marcado avance respecto del anterior disco de Hval, Viscera (2011); mientras que aquel era un disco de post-folk nórdico complejo y ricamente orquestado, realizado por una compositora genial pero emocionalmente distante, Innocence is Kinky duele como un golpe en la boca del estómago. No se trata de un disco que reciba con amabilidad al escucha, los paisajes sonoros creados por Hval junto con el guitarrista Håvard Reite Volden y el baterista Kyrre Geitus Laastad (uno de los mejores percusionistas del momento, prodigioso en su moderación) son tan fríos y espartanos como la arquitectura de su natal Oslo. Sin embargo, por las venas de estas canciones corren sangre, sudor y semen.
“Mephisto in the Water”
Es posible buscar paralelos entre la obra de Hval y los discos de The Knife así como los trabajos más experimentales de Björk, sobre todo por tratarse de proyectos liderados por mujeres del norte de Europa que estructuran su discurso a partir de la electrónica y la vanguardia musical de la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, la influencia más clara de Hval son los neoyorquinos Swans; el libreto del disco indica que el corte “Give Me That Sound” está inspirado por un performance de Michael Gira, mientras que el tema que cierra Innocence is Kinky toma el título del anterior disco de Swans, “The Seer”. A primera vista parece no haber mucha relación entre el musculoso rock duro de Swans y el minimalismo electrónico de Jenny Hval, pero a nivel ideológico se distinguen claros paralelismos, y el hecho de que Hval haya sido elegida para abrir los conciertos de la más reciente gira de Swans subraya lo bien que funcionan juntas sus propuestas sonoras.
Innocence is Kinky no es un trabajo impecable, algunas de las composiciones que contiene son más sugerentes que realmente efectivas, pero es un trabajo vanguardista y digno de escucharse, y se intuye que Hval es una creadora que aún no ha mostrado lo mejor de sí.
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