Arte

Hoy, el mundo ha muerto


Por Sandra Sánchez / @phiopsia 

I.

Usualmente, el nombre Hiroshi Sugimoto remite a fotografías del Museo de Historia Natural, a imágenes de fósiles, a edificios arquitectónicos fuera de foco,  a paisajes donde el horizonte divide el mar del cielo: minimalista y abstracto, la quietud de lo que permanece. Su trabajo parece un registro de elementos con los que construimos la historia de la cultura; sin embargo, presenta guiños que justamente evidencian el proceso de construcción. Por ejemplo, en Dioramas, una serie de fotografías del Museo de Historia Natural de Nueva York, encontramos Earliest human relatives, de 1994, la cual captura, en blanco y negro, a dos primates y sus huellas de camino recorrido. Alrededor, el ecosistema incluye una montaña, árboles y nubes. Como el dibujo de un niño de primaria, que en vez de humanos presenta homínidos, la fotografía muestra que la cultura es una narración que se construye, se fija, se modifica y se vuelve a fijar.

II.

“El mundo murió hoy. Tal vez ayer, no lo sé” escribe Sugimoto. La referencia viene de Camus, El extranjero, “Mi madre murió hoy. O tal vez ayer”. La exposición se llama Aujourd’hui, le monde est mort (lost human genetic archive). La sede, el Palais de Tokio en París. Esta ocasión, el artista reemplaza la luz natural, la cámara de gran formato y “la fosilización del tiempo mediante la fotografía” por montajes donde construye escenarios utilizando objetos de distintas épocas en yuxtaposición con su obra. El ejercicio recuerda a un gabinete de maravillas. La diferencia radica en que en el gabinete, la naciente burguesía mostraba su poder económico mediante la colección de objeto exóticos, traídos de diversas partes del mundo, mientras que en los montajes de Sugimoto los objetos nos son cotidianos, la rareza radica en el tipo de conexiones que ellos generan. Los escenarios susurran que en el futuro cualquier conexión es posible porque el origen se desvanece: “mi madre murió hoy”. Lo que nos queda es un montón de fuentes.

III.

¿En qué consiste un archivo genético perdido de la humanidad? Peter Sloterdijk en Normas para el parque humano desglosa el proyecto del humanismo: la historia de la humanidad es una lucha constante entre las fuerzas inhibidoras y las fuerzas deshinibidoras, lo animal y el deber ser. El gran enemigo del humanismo es la barbarie, el antídoto es la lectura de la buena norma, embanderada por la literatura de los clásicos universales y nacionales: “la resistencia del libro frente al anfiteatro” romano. Si traigo a Sloterdijk a esta reseña es porque los escenarios montados por Sugimoto parecen un ejercicio nostálgico donde es imposible la restitución de la barbarie. El humanismo, como sugiere el filósofo, es asunto caduco. El montaje, sugiere Sugimonto, es posibilidad del presente, pero no como cultivación redentora de cualquier colectividad, sino como la mera posibilidad de seguir contado historias.

La exposición puede visitarse hasta el 7 de septiembre de 2014.

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