Por Gustavo Cruz / @piriarte
En el marco de la exposición Desafío a la estabilidad 1952-1967 montada en el MUAC se estarán proyectando algunas de las cintas realizadas por el cineasta francés Jean-Luc Godard durante la década de los años sesenta. Actividad paralela tremendamente coherente, tomando en cuenta que la exposición tiene como eje principal los procesos creativos orientados en abierta oposición a las tendencias culturas hegemónicas de la misma década en territorio nacional; la proyección de las cintas producidas en esa época por uno de los principales padrinos de la llamada Nouvelle Vague sirve para insertar estas prácticas contestarias en un movimiento global de renovación artística y cultural.
Es moneda corriente entre cualquier cinéfilo de modesta seriedad que con su primer largometraje Godard rompió con casi todo método tradicional de hacer cine. En contra de una industria monolítica de tremenda estabilidad, À bout de souffle (1960) fue rodada con mínimos recursos económicos, desafiando todos los dogmas de la producción cinematográfica y con muchos de los recursos del lenguaje cinematográfico que para entonces se habían convertido ya en muletillas. Jean- Paul Belmondo, el protagonista, recordará entre risas tiempo después que Godard le ofrecería participar en el proyecto dándole a leer un guión que consistía en tres páginas en las que el cineasta había escrito: “ Él deja Marsella. Se roba un carro. Quiere dormir de nuevo con la chica. Ella no. Al final, él muere o se va —aún por decidir—.” Esta libertad creativa dio como resultado una cinta que revolucionó el cine y cuyas reverberaciones pueden encontrarse en las salas del MUAC.
Después, el rigor y la reflexión sobre el cine y su lenguaje tomarían un mayor papel en el trabajo de Godard, y el resto de las películas proyectadas dan cuenta de esto. En Une femme est une femme (1961) Godard inicia, tímidamente, su tratamiento estructuralista del cine. Protagonizada por la legendaria Anna Karina, la cinta desmonta los elementos que constituyen un musical tradicional. Esta operación será repetida con casi todos los géneros cinematográficos: Alphaville (1965) es la reflexión sobre el cine de ciencia ficción y Made in USA (1965) sobre uno de los géneros favoritos de los cineastas de la Nueva Ola cuando eran críticos, el film noir norteamericano. Imposible de analizar en esta nota de manera extensa, el resto del programa de este ciclo contiene grandes clásicos de uno de los grandes cieneastas de todos los tiempos: Vivre sa vie (1962), Le mépris (1963) y Pierrot le fou (1965), entre otras. Proyecciones que, debido a la lamentable preocupación de las salas por la novedad, pueden tardar mucho tiempo en repetirse, condenando a estas cintas a los monitores de cineclubs o espacios domésticos.
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