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FERRARI + CANDELA


Por Rodrigo Bonillas / @RodrigoGarBon

Nuestro país tuvo que ponerse al día, en unos pocos años, para estar a la altura de la Olimpiada México 1968.

Ya es lugar común de la historia gráfica en México el estilo que, habiendo encontrado un raro balance entre el ritmo del arte huichol y del op art, cubrió la capital durante aquellos días de octubre del 68, donde parece que cupieron años, o al menos que el tiempo adquirió una calidad mucho más viscosa.

A la par del diseño gráfico, varias edificaciones dieron la cara por un México actual que en muchos aspectos estaba más bien distanciado de la vanguardia prometida. Entre esos edificios se encuentra el Palacio de los Deportes “Juan Escutia”, diseñado por Félix Candela, Antoni Peyrí y Enrique Castañeda, construcción que cita en varios modos el Palazzetto dello Sport de Pier Luigi Nervi para la Olimpiada Roma 1960. La concha de la arena donde se celebraron las competencias deportivas era uno de los rasgos de esa modernidad a grandes esfuerzos que se perseguía entonces. Se trata de un paraboloide hiperbólico, motivo central en la obra de Candela. La estructura de tubos de aluminio soporta planchas de madera impermeabilizada, que a su vez están cubiertas de hojas de cobre resistente a la intemperie.

El color del cobre dio un acento regio al edificio. Con la iluminación solar, el domo desprende —o desprendía— luz vigorosa y opulenta. Esto tal vez sea el rasgo de que haya sido usado como trasfondo del Ferrari Modulo 1970, diseñado por Pininfarina, en esta fotografía que condensa con tanta intensidad las ambiciones de aquella época:

 Ferrari_Modulo

 

El Ferrari Modulo pertenece a la línea de autos con forma de cuña que fue tendencia entre finales de los años sesenta y principios de los sesenta en la esfera del automovilismo deportivo de lujo. Algunos de los modelos se extienden hasta los años ochenta. No se conocen a ciencia cierta los orígenes del estilo. El primer modelo famoso de esta línea fue el Alfa Romeo Carabo (1968), diseñado por Marcello Gandini. Más tarde, piezas como el Lamborghini Countach, también de Gandini, o el Maserati Boomeran, de Giorgetto Giugiaro, llevaron el género a algunas de sus cumbres. Justamente, el Ferrari Modulo de Pininfarina fue uno de los especímenes más notables. Bajo de estatura, las llantas del auto quedan envueltas. La puerta, que en realidad también es techo, se abre con un mecanismo que la empuja hacia el cofre, y en la parte posterior varios huecos circulares dejan ver a través de ellos el motor.

En la elección del escenario para emplazar el carro en la foto de arriba hay una búsqueda de futuro que, curiosamente, se ubica en nuestro Palacio de los Deportes, un palacio que debe mucho al diseño italiano del de Nervi (y, por supuesto, a la propia investigación de Candela sobre cascarones). Dos mujeres posan en el carro con sus respectivos vestidos cortos de manga larga y cuello de tortuga, blanco y negro, a juego con el Ferrari. Una de ellas le da un aire a Barbarella.

Tenía poco que el hombre había llegado a la Luna. También poco que el mundo entero había puesto los ojos sobre el diseño que se hacía en México.