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Este es el año de Hidalgo: Capítulo 3000, por Operación Hormiga


Abril, 2018

«Somos hijos de la época, la época es política».

Wisława Szymborska

La precarización laboral de los trabajadores de la cultura del INBA es un caldo que se viene cocinando desde hace algunas décadas, y que en la racha final de este sexenio peñista, ya apesta a podrido:

El 7 de diciembre de 1988 se declaró en el Diario Oficial de la Federación la creación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), como un órgano administrativo desconcentrado de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Miles de mexicanos tuvieron empleos, becas y apoyos vía el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura. Entonces se creó el llamado Capítulo 1000, el cual refiere a una manera de emplear trabajadores por medio de honorarios, sin prestaciones de ley, pero con algunos beneficios como aguinaldo, bonos, seguridad social y pagos regulares. Así, Conaculta se constituyó como una cara amable del gobierno de Carlos Salinas de Gortari.

Pasaron los sexenios, cambió el siglo y el partido en el gobierno. Ahora con Felipe Calderón se creó otra cláusula laboral: el Capítulo 3000, mismo que suprimió las prestaciones básicas que el Capítulo 1000 aún daba. En este nuevo esquema, el trabajador de la cultura se convirtió de pronto en un proveedor —pero en este texto le seguiremos llamando trabajador— y el nuevo esquema de explotación laboral devino en norma.

Para principios de 2014, ya con Enrique Peña Nieto como presidente, los pagos de los trabajadores se retrasaron y las manifestaciones se hicieron notar. El presidente de Conaculta era Rafael Tovar y de Teresa, quien puso fecha límite para cubrir los pagos y se comprometió a que nunca de los nuncas volvería a existir un retraso de tal magnitud.[1] Ese mismo sexenio, Conaculta desapareció y se transformó en la Secretaría de Cultura, dejó de pertenecer a la SEP y los pagos de los trabajadores pasaron a ser responsabilidad de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Sin embargo, estas no fueron buenas noticias, ya que el recorte a cultura fue noticia de cada principio de año, acompañado del alza en los costos de entrada de los museos y un desempleo masivo, sobre todo, de los empleados bajo el Capítulo 3000.

Este es el año de Hidalgo, que chingue a su madre el que deje algo 

Y el destapado para los trabajadores de la cultura este 2018 es —chan, chan, chan, chan: el outsourcing, que con todo y anglicismo ensarta las responsabilidades laborales de las instituciones públicas a privados cuya misión es reducir costos al mínimo. Y es que unos meses antes de terminar el 2017 los trabajadores se enteran, «de boca en boca» y de a «rumor de pasillo», que llegaría la subcontratación y que una tercera empresa llegaría para asumir los pagos; más no las prestaciones, esas quedan volando como una idea de tiempos pasados y mejores. Además, por respeto a los usos y costumbres del año electoral, el presupuesto que se tenía asignado para pagar, por ejemplo sueldos, «no llega». Y aunque en el caso de museos del INBA la contratación por outsoursing se puso en pausa, de los pagos ni sus luces.

Así, después de tres meses sin recibir sueldo, en marzo del 2018 los trabajadores del Capítulo 3000 se manifiestan (una vez más). Y es mediáticamente cubierto: hay toma de instalaciones, paros laborales, pliegos petitorios y hashtags que denuncian la falta de pagos —porque nadie vive del aire— y también de seguridad laboral. Incluso la Ley Federal del Trabajo establece condiciones mínimas para los trabajadores que el Capítulo 3000 pasa por alto. Mientras tanto el INBA asegura que no es su responsabilidad cumplir sus demandas, sino de la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público,[2] que los pagos ya serán puntuales, pero que las prestaciones no llegarán, pues tampoco está en sus manos. Y así, apuntan al desgaste de la organización de los trabajadores a través del pinponeo de responsabilidades; y las demandas de un trabajo digno quedan en el tintero del escritorio de alguna Secretaría de gobierno. La organización espontánea y el jaque mediático visibilizaron el problema, pero quedan las dudas: ¿Es este el costo de mantener a las instituciones a flote? Y si es un costo irremediable, y si todos coludos o todos rabones ¿Por qué, en vez de dar solución al conflicto, Lydia Camacho, directora de la institución, está recibiendo su suplencia como plurinominal al Senado por parte del Partido Revolucionario Institucional?

El punto de inflexión está aquí (otra vez), pues este es sólo otro ejemplo de la precarización laboral, en donde la opresión es cada vez mayor a cambio de menos: sin prestaciones, sin futuro y ahora hasta sin sueldo. Este es el punto de inflexión porque no podemos (otra vez) hacernos de la vista gorda, ni como artistas, ni como críticos, ni como visitantes de museos, ni como trabajadores de cualquier ámbito, privado o público. Lo que está en juego es el presente y el futuro del trabajador (hoy el de la cultura, mañana de cualquier otra área), a quien con un modelo laboral que anula cualquier clase de seguridad social, se le pretende extirpar de facto los derechos ganados en décadas por la clase trabajadora. Esto no es un caso aislado, sucede en todos los sectores. Según una nota del Financiero el 69% de los nuevos empleos, no cuentan con acceso a las instituciones de salud,[3] y de acuerdo con cifras del INEGI siete de cada diez personas que consiguen nuevos empleos desde 2015, no cuentan con ningún tipo de seguridad o prestaciones.[4] Estos datos demuestran la tendencia: el trabajo en esta época es temporal, sin futuro, y si te va bien para cubrir el día a día.

El punto de inflexión requiere de tomas de postura por parte de toda la comunidad. La época demanda acciones, voces, discusiones y preguntarnos de fondo si queremos que esta sea la norma laboral ¿O ya nos resignamos?¿O qué sigue? La cosa no es sencilla, pues no bastan soluciones aisladas, ni independencias individualistas sometidas a una lógica de mercado, el tema requiere de organización colectiva pues implica revertir la tendencia laboral de los últimos 30 años, es eso o la precariedad in crescendo.

 

P.D.1 Aunque se evite el outsourcing, se lleguen a acuerdos, las autoridades cumplan y se pague a los trabajadores del Capítulo 3000, la lucha no está ganada, pues el problema sigue siendo la existencia de un Capítulo 3000. No bajemos la guardia, no dejemos de apoyar a quienes resisten desde las propias trincheras culturales, desde el día a día del trabajador, desde las salas y oficinas de los museos. Por ello, este texto es para quienes no callaron, quienes salieron a la calle y a las plazas de museos, quienes hicieron pancartas y hashtags, quienes escribieron pliegos petitorios, quienes apoyaron, cuestionaron, se vieron al espejo y buscaron mejorar las condiciones materiales de la clase trabajadora desde su propia trinchera. Este texto se suma a las demandas por un trabajo digno, por esta época y por las venideras.

P.D.2 Hace cinco sexenios se creó Conaculta y hoy las promesas de un futuro de empleo y modernidad cultural se desmoronan poco a poco, comenzando con los trabajadores de museos, pero la cosa va más allá de renegar de una clase política que ha llevado a todo un andamiaje cultural ante la cuerda floja. No hay tiempo que perder, pues de lo contrario queda el despojo de lo público.

«Mientras tanto, ha muerto gente, han muerto animales, han ardido casas, y se han perdido campos de cultivo, como en los tiempos antiguos y menos políticos».

Wisława Szymborska

Imagen: Twitter.

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[1] Problemas laborales en Conaculta e INBA, más allá de adeudos salariales, por Judith Amador Tello, en Proceso, disponible aquí.

[2] INBA resuelve pagos; no habrá plazas, por Vicente Gutiérrez, en El Economista, disponible aquí.

[3] Sin seguridad social, 69% de nuevos empleos, por Tláloc Puga, en El Financiero, disponible aquí.

[4] Aumenta el trabajo sin seguridad social: INEGI, por Roberto González Amador, en La Jornada, disponible aquí.

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Operación Hormiga es un proyecto colaborativo a través del cual se enuncia posicionamiento. Su cuerpo de trabajo involucra la producción de contenido en distintos medios de distribución.