Por Daniela Orlando / @danieltitlan
The dancer is fortunate indeed, for he has for his instrument the most eloquent and miraculous of all instruments, the human body.
José Limón
José Arcadio Limón, oriundo de Culiacán Sinaloa, nació en 1929 a los veintiún años de edad. Y aún a la sinrazón de tal afirmación, José Limón acierta cuando dice que éstos son milagros de los que sólo los artistas y los filósofos son capaces. Tras haber visto al alemán Harold Kreutzberg en escena, José Limón nació al caer en cuenta que un hombre podía con toda dignidad y majestuosidad imponente, danzar.
Par de meses más tarde se unió a la compañía y escuela Humphrey-Weidman donde encontraría en Doris Humphrey la mancuerna perfecta para su desarrollo artístico. Y así, de forma milagrosa, a una edad tardía para la danza, se convirtió en el máximo exponente masculino de la danza moderna, a lado de una de las pioneras en la materia, dejando tras de sí, un gran legado de historia y danza.
Hijo de un músico de orquesta, José Limón hablaba del cuerpo como tal, una orquesta donde cada parte se expresa en distintas combinaciones de movimientos y calidades, contrastando la parte superior del cuerpo con la inferior. Redimensionando las dinámicas y las estructuras rítmicas. Esta gran imagen forma el principio de la ahora mencionada técnica Humphrey-Limón, pues, si bien fue éste último quien le daría fuerza y trascendencia, se sustenta en los principios básicos que Humphrey había desarrollado.
Contraria a la tradición clásica de movimientos etéreos y que disimulaba el esfuerzo físico, Humphrey trabajaba con el peso y la fuerza de gravedad a través de la inhalación y exhalación, misma que sucede a la par y en coordinación a los movimientos naturales del cuerpo: cambio de peso, caída y recuperación.
Caída y recuperación son los extremos con los cuales el cuerpo mantiene un “diálogo con la gravedad”, mantenerse en un balance perfecto es el punto superior de seguridad que se rompe con la caída, pero que al restituirse poco a poco, logra imponerse a la gravedad. El diálogo se crea en la capacidad de transformaciones y variantes que se suceden del punto más alto, el cuerpo erguido, al punto más bajo, que yace en el piso. A través de este vaivén, Humphrey expuso a seres que entraban en el conflicto eterno entre la seguridad y el riesgo, donde siempre triunfaban, pero no sin mostrar aventura. Encontró el balance entre mente y espíritu, en el movimiento convertido en danza.
José Limón fue galardonado en su momento con los premios más importantes para la danza en Estados Unidos, un migrante como tantos otros que traspasó su nacionalidad para convertirse en “el más fino bailarín masculino de su tiempo”. Un hombre que encontró en la danza el diálogo y las palabras necesarias, el balance para convertirse cada día, un poco más, en José Limón.
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