Capaz de opacar a David Bowie y a Frank Zappa en los escenarios, la bailarina y coreógrafa Louise Lecavalier acaba de recibir en Italia el Premio Positano “Leonide Massine” a la Danza 2013 por destacar como uno de los personajes femeninos más influyentes en la escena contemporánea. Su poder dancístico inició en los años ochenta al formar parte del grupo canadiense La La La Human Steps.
Durante dos décadas concretó un pleno equipo creativo con el coreógrafo Édouard Lock y trabajó como el eje central de sus creaciones. Con La La La Human Steps, la danza de Louise Lecavalier tomó presencia a nivel mundial. Su cuerpo andrógino, poseedor de una fuerza física y dramática contundente, se convirtió en un modelo para la danza contemporánea.
Ligada a la estética del rock, la compañía La La La Human Steps llevó a Lecavalier a colaborar en algunos conciertos de David Bowie y Frank Zappa. Ahí la bailarina asombró al público rockero con el estilo coreográfico de Lock e hizo famoso un tipo de movimiento que han imitado y representado hasta el cansancio otros creadores escénicos: una pirueta horizontal en el aire llamada barrel jump.
En mayo de 1999, Lecavalier finalizó su participación en la compañía de Lock. En 2003 regresó a los escenarios en un proyecto con el coreógrafo y bailarín Tedd Robinson. Junto con él estrenó Cobalt rouge en la Bienal de Venecia de 2005. Entre 2006 y 2009 representó en Norteamérica, Europa y Japón ochenta veces el programa Two solos, one duet, con coreografías de Benoît Lachambre y Crystal Pite.
Lecavalier fundó en 2006 su propia compañía de danza llamada Fou Glorieux, con la que actualmente promueve su trabajo más reciente: So Blue. Esta coreografía es un dueto con su compañero Frédéric Tavernini que se estructura con movimientos totalmente obsesivos utilizando la música “visceral” basada en sonidos electrónicos de Mercan Dede. También se emplea de forma adicional música de Normand-Pierre Bilodeau, Daft Punk y Meiko Kaji.
De So Blue, Lecavalier afirma: “Deseaba que el cuerpo dijera todo lo que quiere decir sin censurarlo, dejándolo libre para que él mismo se sorprendiera por lo que revela, para permitir que algo de verdad y más allá de nuestro control emergiera desde los movimientos espontáneos.”
Silverio Orduña
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