Por Ximena Flores / @matitatierna
¿Cómo se entiende el espacio? ¿Cómo sentimos, conocemos y transformamos el espacio a través del cuerpo? Estas preguntas son el principal motor del trabajo de Benoît Lachambre, coreógrafo, bailarín, investigador y maestro canadiense que recibió el pasado noviembre el Grand Prix de la danse de Montréal.
La investigación creativa de Lachambre se realiza bajo un parámetro interdisciplinario que tiene como objetivo el difundir y promover el trabajo de sus contemporáneos a partir de la danza. En 1996 funda la compañía Par B.L.eux. (B L por sus siglas y la palabra francés eux que significa ellos) con la que ha trabajo algunas de sus piezas más emblemáticas. Entre ellas, se encuentra Snakeskins, pieza que explora la idea del cambio a partir de la interacción con el espacio. Montado sobre una escenografía que también se transforma con él, Lachambre sucumbe al tiempo y a sus procesos personales, corporales y estéticos. El resultado es el encuentro con lo múltiple: el sujeto no es uno, si no muchos, conformado no sólo por el mismo cuerpo, también por el espacio que habita. La obra no es más que la simple pregunta sobre ¿qué es el mundo y quién soy en el mundo?
Otra de sus piezas High heels too, comisionada por el Cullberg Ballet de Estocolmo, muestra a partir de la improvisación, la mutación corporal causada por el uso de los tacones. Con variados diseños, Lachambre exhorta a sus interpretes a indagar y bailar sobre las espirales creadas a partir del uso de un agente externo —como un tacón—. Ese pequeño reajuste en el cuerpo obliga a conocerlo de manera distinta y permite a su vez, pensar en el espacio como otro cuerpo al que también se pertenece. Para pensar el espacio como ese otro agente, Lachambre utiliza una escenografía compuesta por miles de cuerdas que varían con la pieza. Finalmente, la visión de Lachambre del espacio, no es aquel que cambia con el cuerpo, si no el conocimiento del cuerpo que permite transformar la percepción del espacio.
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