Arte

Aguante de Enrique Ježik


Por Sandra Sánchez / @phiopsia 

 

 

Enrique Ježik (Córdoba, 1961) ganó en el año 2013 el concurso arteBA-Petrobas con la pieza Aguante, un video donde cinco hombres sostienen el peso de un muro de yeso, metal y madera, el que, del otro lado, es empujado por la garra de una excavadora que rítmicamente sube y baja. El concurso convocó a artistas nacionales, a “quienes, por decisión o necesidad, han  partido, arribado o regresado a la Argentina, para constituir una mirada transformada por esos saltos: los portadores de una maleta espiritual en otras latitudes”.1 Bajo dicho presupuesto resulta interesante que el premio haya sido otorgado a una pieza donde el territorio no forma parte del objeto artístico. La pregunta por la identidad de la pieza se resuelve en la relación entre dos fuerzas opuestas: la del interior y la del exterior.

En el video, el interior se relaciona con lo humano, con las personas que están utilizando su fuerza física en conjunto para combatir, resistir, ¿aguantar?, lo exterior. Parece arbitrario localizar lo exterior en la máquina; sin embargo, esta proposición se  fundamenta en el uso de la cámara. De un lado de la frontera podemos observar cuerpos masculinos musculosos, entre ellos el del propio artista, en una postura de defensa y resistencia de lo humano ante lo que altera el orden supuestamente natural. Del otro lado, la cámara casi omite el hecho de que la grúa está siendo operada por un humano: la protagonista es la garra en movimiento, representación del autómata despojado de conciencia.

Es así que la pieza cuestiona la naturalización de la máquina como exterior, como materialidad  a la cual el propio humano le dona una aparente autonomía, para después confrontarla. El “aguantar” frente a la “herramienta” hace evidente la forma en que la máquina supera su pasividad como mero medio técnico; su singularidad radica en enunciar que la condición de posibilidad de su existencia va más allá de su carácter de máquina, radicando también en su relación con las historias: arte, economía, nación, modo de producción. Aquí cabe la pregunta, ¿tenemos un control absoluto sobre los aparatos y narrativas que estructuran nuestro mundo?

Además del registro del video, la acción genera un residuo, el yeso marcado por la garra de la grúa. Las placas funcionan como esculturas derivadas, como producto del trabajo generado por el antagonismo entre la máquina y el hombre. El espectador observa ambas propuestas: si la escultura podría contemplarse, el video interrumpe al generar una reacción cinética en quien lo mira. Volvemos, ¿dónde está Argentina en la pieza? La pregunta no responde a las condiciones de la propia obra, es falsa. El hecho de que no localicemos un espacio geográfico, no quiere decir que no se hable de frontera, de comunidad y de resistencia ante el afuera. Después de ser expuesta en España y de que se difundiera por internet, la pieza, con sus placas, viajó a México. Puede visitarse en  la galería de la Casa Rafael Galván de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), hasta el 9 de marzo de 2014.