Por Daniela Orlando / @danieltitlan
En estos días el fútbol ha abarcado la mayor parte de las conversaciones. Más allá de lo que esto signifique es interesante destacar que como elemento cotidiano de muchas sociedades, el fútbol es una constante que ha llegado a todo tipo de análisis y exposiciones. La literatura es quizá el mayor ejemplo, pero la danza no se queda atrás.
En 1997 el coreógrafo noruego Jo StrØmgren (1970) creó la obra A Dance Tribute to the Art of Football. La coreografía sucede como si de un estadio se tratara, empieza antes de que el juego de inicio, los futbolistas se preparan, calientan y comienza un estado de concentración. La obra en sí comparte los distintos aspectos desde los cuales se puede entender o ver el fútbol: las barras de las porras, los jugadores como un equipo y el sentido casi religioso que enmarca a un ganador.
La danza no sólo se traduce en los cuerpos que comparten y buscan un balón mientras se desplazan en el espacio, es la relación de todos los ejecutantes en un momento de desarrollo, del trabajo individual que sólo es en equipo, el fútbol en la danza.
Con muchos elementos teatrales y de voz, la obra habla de la liberación de furias, la explosividad de los gritos y la emoción que se suma de un objetivo único y generalizado. Misma que genera un ambiente de mucha agresividad que en ocasiones se convierte en violencia, pero también en humor. La música acompaña los movimientos rápidos, ágiles y enérgicos de los bailarines que permiten romper la “forma” mostrando una clara intención de esfuerzo, de sudor, de tierra en la cara y el pasto pintado en las calcetas.
El juego, la obra, es una mutación de conductas viriles en un encuentro del todo por todo. Los bailarines danzan sin pensar en las estéticas clásicas, danzan sin perder el personaje de jugadores. Y ahí, donde parece que ese burdo juego de “tontos” y “fanáticos” ha logrado colarse al interior de un teatro, debajo de las playeras rayadas, las luces y los silbatos, están los ejecutantes desnudos, un momento de belleza y armonía donde vuelven a ser hombres: el jugador es bailarín, el bailarín, jugador, y cada uno es él.
Para los escépticos que creíamos que la danza y el fútbol tienen poco en común, esta puesta en escena resignifica el trabajo de cada uno en un mismo cuerpo de posibilidades. El trabajo en equipo y la importancia de los elementos en su individualidad, es precisamente lo que enriquece el trabajo de una compañía de danza, y es lo que conjuga un equipo de fútbol.
El pasado 16 de junio se anunció que Jo StrØmgren Kompani recibirá el Premio Hystrio en Italia el próximo 21 de junio en el teatro Elfo Puccini en Milán, A Dance Tribute to the Art of Football será presentada nuevamente el 2 de agosto en el Festival Teatro A Corte.
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