Durante la Semana del arte, CICLO Arte para todos, en colaboración con Reurbano, presenta Desde el reflejo, exposición de Ricardo Sierra (México, 1986) que surge desde la idea de reflejo y superficies compartidas en la contemporaneidad (serie de intereses sobre lo público y lo privado).
A partir de esculturas lumínicas, dibujos en tinta sobre papel con vista 3D y videoarte, Sierra problematiza sobre cómo el concepto de pantalla o superficie electro-lumínica (teléfonos inteligentes y computadoras) rige y determina por medio de la publicidad, los medios de comunicación y las diversas industrias del entretenimiento, nuestro quehacer cotidiano, vinculando así, aspectos político-económicos y culturales que determinan la transformación a corto, mediano y largo plazo de nuestra psique y nuestros afectos colectivos dentro del terreno de lo social.
Desde el reflejo se relaciona con Tiempo Compartido, muestra actual en el Museo de Arte Carrillo Gil (MACG).
Del 11 al 13 de febrero de 2022 en Edificio Dondé y Casa Emilio Dondé.
Fundación UNAM y la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM (FAD) presentan Estas ruinas que ven, exposición de Rodrigo Ímaz y Santiago Robles basada en la resignificación del espacio histórico a través de las obras emplazadas en dicho contexto, en el cual converge el Templo Mayor, los palacios, edificios virreinales, edificaciones porfiristas y el origen de un proyecto cultural ligado a la educación y al nacionalismo como lo es el Antiguo Colegio de San Ildefonso y el Palacio de Autonomía.
La muestra permite al espectador interactuar con las distintas capas históricas desde el presente: desde la fundación de Tenochtitlán hasta la crisis actual del capitalismo.
De manera paralela, la exposición se acompaña de charlas y talleres sabatinos.
Hasta el 28 de febrero de 2022 en el Palacio de Autonomía.
Salón ACME presenta su novena edición como espacio de exposición y distribución para creadores que producen en México y el extranjero. A través de su convocatoria abierta, Salón ACME muestra una selección de más de 50 artistas de distintas generaciones y contextos, con una amplia variedad de propuestas y formatos.
Con la curaduría de Palmera Ardiendo, la exposición Invocar el tiempo reúne la propuesta de artistas morelenses que exploran las confluencias entre tiempo cronológico y tiempo atmosférico.
En esta edición, Bodega ACME prepara una muestra con una selección basada en la extrañeza de las producciones artísticas. Mientras que la sección Proyectos Invitados se integra de galerías de Argentina, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Inglaterra, Guatemala y México.
El Patio Escultórico presenta obra Pablo Kobayashi, pieza que reflexiona sobre el acto de respirar, acción involuntaria que en estos tiempos pandémicos ha adquirido nuevos significados. Por su parte, la sección editorial Perros Románticos reúne una selección que incluye primeras ediciones, piezas de colección, joyas y rarezas editoriales de arte mexicano, culturas prehispánicas, historia latinoamericana y literatura.
Durante la Semana del arte, Proyectos Monclova presenta Obra gris. Sobre la forma y color, de Tercerunquinto. Exposición resultado de un largo trabajo de investigación y archivo que el colectivo lleva a cabo de manera paralela a sus exploraciones e intervenciones en el espacio público. Las piezas que se presentan sugieren nuevas lecturas en relación a la forma y el color de las construcciones arquitectónicas y entablan una reflexión sobre la dimensión plástica del muro.
El término obra gris refiere, en el vocabulario de albañilería, al estado inacabado de una construcción, un momento de pausa y también de posibilidad. Para Tercerunquinto, esta expresión es, además, una manera de nombrar el paisaje mexicano de la periferia, no solo en el sentido geográfico, sino también en el sentido de todo aquello que no alcanza las características que exige la concepción de un avance sociopolítico desde la arquitectura.
A través de obra pictórica y escultórica, el colectivo explora los múltiples significados que pueden recoger los muros a partir de un análisis minucioso que incluye sus unidades de construcción (bloques de hormigón), los contextos donde se encuentran situados, sus usos alternos, tonos, formas y representaciones. Un reconocimiento de cómo la representación pictórica de los muros se vuelve también una reflexión sobre las condiciones sociales, políticas y culturales de la arquitectura.
Proyectos Monclova presenta Psicotropical, exposición que reúne dos nuevas series de trabajo de Gabriel de la Mora: Lepidóptera e Ígnea.
En la primera de ellas, De la Mora utiliza fragmentos de alas de mariposa para generar mosaicos basados en la repetición de patrones con diferencias que se resuelven en una uniformidad que va del monocromo a la abstracción, a veces geométrica, a veces fractal, hasta la imagen.
La segunda serie, creada con láminas fragmentadas de materiales pétreos, como la obsidiana y la andesita, dialoga de una manera muy interesante con las alas de mariposa. Por una parte, el contraste: sus tonalidades monocromáticas son un contrapunto con la colorida iridiscencia de las alas, además de la condición matérica —lo pesado de la piedra frente a la ligereza de las alas— y las temporalidades inmanentes —la piedra tiene menos modificaciones con el paso del tiempo mientras que las alas requieren de un tratamiento de conservación más delicado—.
El interés del artista por trabajar con materiales que contienen ADN ha sido una constante en su práctica, desde las piezas hechas con cabello humano, cascarón de huevo, plumas de pavo y recientemente alas de mariposa. Para De la Mora, el uso de estos elementos es una manera de aproximarse a la pintura y al dibujo; en esta ocasión, son los colores y patrones de la naturaleza los que tienen el papel más importante en la creación de estas piezas.
Ingresar a la exposición Venus atómica de la artista Nicole Chaput (México, 1995) en Galería Karen Huber es adentrarse en un diálogo en torno al cuerpo femenino y su representación. Las figuras, híbridos entre pintura y escultura, entre cuerpo y objeto, interpelan a quien mira al momento de recorrer la sala. Las muñecas de Chaput —como le gusta llamarlas — lanzan preguntas respecto a los modos en los que se ha mostrado a las mujeres a lo largo de la historia del arte, intentando ahora romper los moldes y reclamar su derecho a la autorepresentación. El cuerpo es, finalmente, nuestro punto de vista del mundo, el horizonte latente de nuestra experiencia, la piel con la que construimos conocimiento.
La artista condensa en la muestra una serie de referencias provenientes de diversos lugares. Se materializa en sus piezas la combinación de un universo cinematográfico de ciencia ficción con el de la alta moda y referencias a diversos momentos de la historia del arte y la cultura. Las venus anatómicas son mujeres de cera en posición de orgasmo, cuyos cuerpos se podían abrir para ver los órganos internos, diseminadas a lo largo de Europa en distintas escuelas de medicina durante el siglo XVI y XVII. Además de ser una herramienta de aprendizaje, fungieron como mecanismo para la idealización de la figura femenina. Chaput entreteje este imaginario visual con las venus paleolíticas, que se cree se trataron de autorepresentaciones que realizaban las mujeres prehistóricas, como una forma de reconocimiento del cuerpo propio.
La muestra efectúa un ejercicio de estudio y reinvención de las tecnologías de representación de los cuerpos femeninos. El resultado es una especie de pintura corpórea, creada a partir de diversas técnicas textiles que Chaput fue descubriendo en la práctica y de manera intuitiva. Son las figuras que antes se encontraban en sus lienzos, pero no dejaban de estar atrapadas. Esta liberación del marco pictórico les permite volverse cuerpos que habitan nuestro espacio. La artista afirma que ya no quiere hacer imágenes, sino cuerpos, en una búsqueda constante por encontrar nuevas formas de construir corporalidades.
El espacio mismo pone en evidencia las referencias que nutren el imaginario de Chaput. El espejo que sirve como piso de la exposición permite al público jugar con su imagen, realizando un ejercicio de autoexploración y reclamando su derecho al autorretrato al observar desde arriba el reflejo de su cuerpo para imaginarlo de otras maneras, al igual que las mujeres paleolíticas. El color frío con el que están pintadas las paredes contrasta con lo carnoso y orgánico de las obras, remitiendo a un espacio clínico, médico, como aquel en el que se utilizaban las venus anatómicas. Estos elementos están también impregnados de un aspecto metálico, recordando a escenarios del cine de ciencia ficción. La artista se inspiró en una cueva que aparece en la película Barbarella (1968), donde una heroína espacial vestida por Paco Rabanne pierde su inocencia a través de placeres tecnosexuales; y en la paleta de colores de The Lure (2015), musical polaco que parece ser un remix de La Sirenita. De esta película surge también una idea de la transformación del cuerpo a través de lo quirúrgico.
Al mismo tiempo, la elección de este color encuentra su origen en las tiendas de la marca Miu Miu, una de las favoritas de la artista. La muestra está fuertemente vinculada con el universo de la moda y la alta costura. Chaput utiliza su producción plástica como un vehículo para detonar reflexiones más amplias en torno al mundo del arte. Generalmente, es sencillo olvidar que los objetos artísticos son en realidad objetos de lujo. Intentando volver esto evidente, la artista utilizó materiales sofisticados para producir sus muñecas. Desde seda y lana hasta perlas, pero también el pigmento mismo está realizado a partir de minerales preciosos mezclados en aceite. Las pinturas utilizadas para construir estas figuras contienen partículas de mica, las cuales se utilizan también en el maquillaje, o blanco de plomo, material que solía usarse en productos cosméticos. De esta forma, la exposición pone en evidencia el vínculo entre la haute couture y el arte, volviéndolos en un símbolo de estatus y un objeto de deseo.
La pintura va más allá de los límites de lo real, nos muestra sus huecos y sus fisuras, permite abrir la piel y dejarnos entrar a ver lo que se encuentra al interior del cuerpo. Estas pinturas blandas realizan un ejercicio especulativo de la anatomía femenina, apostando por mutaciones que les permitan adaptarse al ambiente hostil en el que existen. Al mismo tiempo, muestran una realidad: los aspectos grotescos, internos del cuerpo. La carne, los músculos, los intestinos y las venas. Los pelos sin rasurar, los dientes y las uñas. Al igual que las venus anatómicas, exhiben aquello que se encuentra oculto bajo la piel, pero tomando esto como punto de partida para su liberación.
Las muñecas se encuentran en posiciones extrañas, contorsionadas. Mostrando una versión distinta, más íntima y en constante mutación, de lo que es habitar un cuerpo femenino. Una representación visual y matérica de la lucha constante que hacemos las mujeres por encontrar nuestros propios espacios, nuestras propias maneras de ser y existir. Chaput creó un mecanismo que le permite materializar, corporeizar, los deseos, sentimientos y humores.
Un acto imaginativo en torno a nuevas formas de representar el cuerpo femenino que aterrizó en seres quiméricos y místicos. Eso sí, en tacones, con esmalte en las uñas y rímel en las pestañas. Esto es, también, una referencia a la industria de la moda y la alta costura. Por un lado, el universo de objetos de lujo hace resonar hasta el infinito una imagen estereotípica, anquilosada y repetitiva de lo que es el cuerpo femenino. Las mujeres (nosotras mismas un artículo a la venta), solo tenemos derecho a ser hermosas, delicadas, suaves. En cambio, las venus atómicas de Chaput exigen a gritos su derecho a ser grotescas.
Chaput incluso habla desde el cuerpo y la experiencia propios: ¿qué significa navegar el mundo siendo mujer? ¿Qué significa crear representaciones femeninas desde nuestro propio punto de vista? ¿Cómo podemos encontrar formas y figuras que permitan una aproximación libre al cuerpo femenino y nuestros modos de existencia? ¿Cómo podemos hacer pintura alejándonos de las tradiciones masculinas?
Las venus atómicas, al encontrarse libres de la estructura rígida del bastidor, retan la autoridad históricamente atribuida a la pintura, la cual representaba y creaba desde una mirada masculina los cuerpos femeninos. Ellas buscan ahora sus propios cuerpos y deseos, sus propias mutaciones. Lo atómico funciona entonces como una tecnología de la destrucción, haciendo frente a un mecanismo visual que ha resultado dañino, al menos al haber establecido ciertas normas de lo que es y debe ser una mujer. Nicole Chaput las situó, al mismo tiempo, fuera del cubo blanco, para no volverlas a encerrar en un marco estricto. La exposición en la galería es más bien un templo glamuroso, que permite honrar la liberación de estas figuras femeninas.
Las muñecas luchan por salir de la pared, por habitar con nosotros el espacio, por ser cuerpo y piel, por salir corriendo con sus tacones y convertirse ellas mismas en un objeto de alta cultura, que se pueda portar y usar. Por ser la piel que recubra nuestros órganos y nos proteja del ambiente hostil que las obligó a mutar. Y efectivamente, entrar al espacio es acceder a otra dimensión, a la cueva de Barbarella; a un recinto místico, sagrado, que le da por fin a estos cuerpos el lugar que se merecen.
Foto de portada: artforum.com
Fotos de texto: Beka Peralta | Galería Karen Huber
El Museo de Arte Carrillo Gil (MACG) presenta Alegorías del mal gobierno. Parte 2. Exposición colectiva que toma al mural homónimo de Ambrogio Lorenzetti como su punto de partida para explorar la colección permanente del museo.
La exhibición propuesta por Jesse Lerner, curador invitado, parte de una investigación sobre las formas de gobierno: propuestas políticas que se encuentran, como todo ahora, en una encrucijada y en una redefinición.
A partir de una amplia selección de pinturas, esculturas, fotografías, collages, videos y otras piezas de la colección del MACG, junto con algunos préstamos, la exposición representa las diversas formas y estrategias de múltiples artistas para denunciar la tiranía y sus consecuencias.
Con obra de Bruno Varela, Cannon Bernáldez, Carlos Amorales, David Alfaro Siqueiros, Enrique Aracena, Fernando Castro Pacheco, Gloria Camiruaga, Héctor García, Hiromi Tsuchida, Los Ingrávidos, José Clemente Orozco, Josep Renau, León Ferrari, Mario Handler y Miguel Dimayuga.
La Tallera presenta el segundo ciclo de Yo era muy bueno tirando piedras, exposición colectiva que explora el papel del cuerpo humano en la creación de espacio público. Se trata de un ejercicio de curaduría que suma documentos, trabajos y procesos artísticos a la primera etapa expositiva de marzo de 2020 a agosto de 2021.
La muestra hace eco y expande la experimentación que David Alfaro Siqueiros llevó a cabo a través del cuerpo, y de su registro fotográfico y videográfico, como estudio para crear sus obras murales. Esta experimentación antecedió al performance y a las prácticas artísticas dedicadas a pensar el cuerpo humano en movimiento.
Esta segunda fase cuestiona cómo actúa el cuerpo en la construcción de espacio público y se relaciona con el concepto de «espectador dinámico», desarrollado por Siqueiros para apuntalar su interés en movilizar a las y los espectadores de sus murales, y versa sobre varias inquietudes relativas a políticas del cuerpo escritas por el género, el sistema económico y el urbanismo.
Con obra de Anaïs Bouts, Blanca González, Claudia Luna, David Alfaro Siqueiros, Evoé Sotelo, Guillermina Bravo, Jair Romero, Jesús Leos Rodarte, Josep Renau, Mónica Mayer, Naohmi Domínguez, Pamela Zeferino, Raúl Aguilar, Saulo Blanco García, Sofía Valto y Sonia Madrigal.
Galería Pequod Co. presenta ¡No trabajes jamás!, de Benjamín Torres (México, 1969), exposición que se concentra en desplazar información del muro a la escultura. Se enfoca en la desarticulación del grafiti para reconfigurarlo en una sintaxis tridimensional, utilizando la escritura para construir esculturas y valiéndose de la escultura para escribir.
A partir de grafitis encontrados en la calle, Torres recupera grafemas mediante un proceso artístico-taxonómico de seleccionar, analizar y diseccionar para rearticular los tags, las bombas e inclusive las pintas derivadas de manifestaciones, incluyendo algunos stickers que, en la mayoría de los casos, funcionan como soporte de firmas y como un intervalo entre la pintura y el muro.
El nombre que da título a la exposición deriva de la incendiaria frase encontrada por primera vez en las calles de París alrededor 1952, Ne travaillez jamais!, que surge como parte de las acciones callejeras del movimiento Letrista que posteriormente daría paso al Situacionismo.
De la misma forma Torres realiza una aproximación histórica a través de la documentación que realizó Brassaï entre 1933 y 1960 en París titulada Graffiti, en el cual, por medio de la cámara, registró diversos grafitis incisos a muro previos a la invención de la pintura en aerosol. Estos objets trouvés se reconfiguran a través del trabajo de Torres, en donde el proceso fotográfico realizado por la cámara de Brassaï, se transforma de la fotografía análoga a la escultura, mediante el brazo computarizado que talla los relieves en placas de concreto