Por Pamela Ballesteros / @apoteosis_ | Noviembre, 2015
«La telefísica es la fantasía de la integración imposible»
Heriberto Yépez
Como fantasmas que vienen de las sombras… y en las sombras, se van se concibe como una instalación que juega con los formatos convencionales de exhibición. Su forma y formato responden a un interés por explorar posibilidades distintas de interactuar y recorrer las piezas artísticas. De esta manera, la obra de 17 artistas —entre ellos Mauricio Marcín, Daniel Aguilar Ruvalcaba, Ramiro Chaves y Rodrigo Hernández— se distribuye en recovecos al interior de una estructura producida con materiales frágiles, efímeros y de desecho. Todo es lienzo y soporte de intervención en donde el hilo conductor es la confusión.
Esta cueva puede verse desde distintas capas y bajo diferentes perspectivas. El proyecto es el resultado de una serie de circunstancias que se dieron a partir de la invitación por parte del ESPAC, y que retoma las exploraciones (entre ellas Anochecer de la octava maravilla) que realizó Andrés Villalobos previamente —en colaboración con Jonathan Miralda y Eduardo Olivares— en torno a la estructura de caverna. Mismas que ahora toman forma de la mano con Juan Caloca, ambos me platican sus ideas en común que los llevaron a montar esta idea.
¿Cómo fue la selección de piezas que integran esta construcción?
Andrés: Le mostré a Juan mi proyecto sobre cuevas, y a partir de ello, empezamos a trabajar en conjunto en donde salieron varios ejes con los que pensamos en una serie de piezas que tuvieran que ver con ellos.
Juan: En el momento en el que invité a Andrés, dejamos de lado la manera en la que comúnmente se trabaja: la comisión a un artista para desarrollar sus ideas y con ello generar un discurso curatorial. En lugar de ello, lo que sugerí fue una colaboración directa, real, en la que tratara de entender los intereses de Andrés con su investigación, para a partir de ello, exponer los míos al respecto, y entonces, en conjunto, hacer una selección de obra.
De esta forma la cueva, instalación que hacen Andrés y Jonathan Miralda, concentra las piezas. En un principio dividimos la selección y agrupamos la piezas en tres núcleos: desdoblamiento del ser, pensamiento-reflexión y televisión-representación.
Las dicotomías tienen un rol importante alrededor de la instalación: adentro-afuera, oscuridad-luz, izquierda-derecha, silencio-ruido, extroversión-introspección…
J: Son dualidades que el espacio físico permite. Metáforas que nos funcionaron para buscar piezas que tuvieran que ver con estos conceptos, que son visibles alrededor de la cueva.
Algo importante —que no es tan notorio— es este eje sobre la televisión, y que me interesa platicar porque es un concepto que está muy debajo de las primeras capas de lectura. Un concepto que predomina en la instalación es la representación, entonces, la televisión como medio es una representación de la vida.
Encontramos un texto de Heriberto Yépez[1] para tratar de entender esta y otras ideas. En éste, habla de un concepto que nos interesa mucho, y que tiene connotaciones políticas y sociales: la telefísica. Más que un aparato, la televisión es un medio de transmisión de ideas y de representación de una sociedad, en este sentido la telefísica es la manera en la que vemos hacia la televisión, y como ésta se vuelve una nueva metafísica: otra forma de representar el mundo intangible. Lo que vemos en la televisión no lo podemos tomar, sin embargo sigue siendo una representación del mundo.
A: Otra cosa es que tratamos de jugar con la percepción, poner las cosas desde otro punto de vista para ver las piezas. Creo que también tiene que ver con el contexto social, y la manera en la que la televisión es otra manera de mirar, esta forma de no ver directamente a las cosas, sino a través de.
Entonces todas estas confusiones de la percepción, estas dicotomías también son, a la vez, una contradicción: el adentro se confunde con el afuera, la profundidad con la superficialidad, etc.
En este buscar otras maneras de ver las cosas, la instalación no funciona con mediación, es decir, no hay un recorrido sugerido, ni reglas de interacción. Se presta a que el espectador tome la decisiones.
J: Sí, funciona como ejemplo de la educación anárquica, con la que se busca empoderar al otro, a quien es parte. Y en ese sentido, el poder para el espectador es la toma de decisiones, que para mí es muy importante, pensando también en desempoderar la idea del curador como quien dicta una verdad, o como que su interpretación es la más valida, y entonces los que vamos a las exposiciones nos tenemos que constreñir a ese poder, a leer las cosas a partir de él.
Y en este caso queremos anular esa idea del curador con una sola verdad. Que en la exposición haya muchos caminos por recorrer responde también a este interés porque tú tomes las decisiones, que como espectador te esfuerces en leer las piezas sin un mediador, sin un texto.
Desde el principio nos interesaba mucho que el espectador fuera afectado en cada momento, que tuviera un recorrido difícil, una exigencia corporal en la que te tienes que agachar y pasar por lugares estrechos.
¿Este desempoderar ciertos roles se trata de un cuestionamiento ante el campo artístico?
A: No tiene esa intención, la toma de decisiones es muy clara, y para mí más que abrir las posibilidades es abrir la opción de alternancia. No hay una guía directa en la exposición, pero tampoco hay una reacción a partir de este gesto, simplemente se da como pieza.
Para mí lo importante se da en la metodología, en como se dio la autoría de la exposición, que es la suma de colaboraciones. Hubo investigación y la figura curatorial se tomo desde la práctica artística.
J: Lo que sí es que hay una búsqueda por otras formas de hacer y de ver. Y desde el principio el tomar la decisión de no hacer selección de obra ni diseñar una museografía convencional, sí tiene un interés en subvertir esas normas, pero no en un sentido crítico de negar lo otro, sino más bien de proponer nuevas formas de hacer y ver exposiciones.
¿La cueva funciona como una metáfora que se puede dimensionar al contexto social?
A: La cueva responde a la investigación que hice para la exposición, y responde a esas maneras distintas de ver las cosas, de pensar en las distancias, entonces mucho tiene que ver con el espectáculo: la manera de cómo miras. Y todas las piezas tienen que ver con ello.
Creo que la cueva funciona como una pauta y las piezas profundizan varios aspectos.
J: Hay similitudes a los roles sociales: la figura del curador como quien tiene el poder, como el alcalde por ejemplo. Pero no sé si en este caso nosotros buscamos esa analogía.
Funciona más como metáfora del pensamiento: cómo funciona, cómo se estructura, cómo se relaciona; la manera en que no es lineal, sino es mucho más risomático, todo el tiempo hay diversas opciones a la mano.
Con esta idea de pensamiento, el conjunto de piezas activa la estructura de la cueva. Es decir, el concepto se construye y existe por ambos elementos.
A: Muchas piezas responden a la continuación de la investigación, tiene mucho que ver la oscuridad de la cueva, la construcción, la metodología que llevamos como no tener un plan tan a futuro, sino conscientemente construir el presente, ensayo-error y como se va resolviendo de esa manera.
Entonces a tientas vas ahí trabajando y las piezas que están dentro de la cueva le dan forma, existen fuera pero le dan forma a lo que se está dando. Entonces al final el discurso se construye con todo armado.
J: Como dice Andrés, el proceso se dio como más artístico en el sentido que íbamos tomando decisiones en el camino que se iban unificando, y así como definimos que habría un solo tema alrededor de esta instalación, las mismas piezas fueron construyendo todos esos posibles temas, la una apoya a la otra y son parte de un todo.
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Foto: Cortesía ESPAC.
[1] Heriberto Yépez, Contra la tele-visión, Tumbona Ediciones.