Por Melissa Mota | Septiembre, 2015
Desde el 10 de septiembre el Museo Universitario del Chopo presenta RIO, exposición individual de Gustavo Artigas en la que se explora la experiencia y el sentido de la celebración a través de diferentes soportes como la pintura, el video y la instalación. En la muestra también están presentes algunos de los temas constantes a lo largo de su trayectoria, como el estudio del color y la articulación de diferentes situaciones. Con motivo de esta exposición, que estará abierta hasta diciembre de este año, platicamos con el artista.
Me llama la atención que el curador se refiere a la exposición como “un ensayo museográfico”, ¿nos puedes platicar un poco sobre esto?
Quisiera aclarar que esta entrevista, salvo puntos cruciales, será una aproximación tangencial a lo que en ella puede o no suceder. Esto nos da un espacio de libertad literaria propia de este tipo de formatos y dejará libre al espectador de poder tener la experiencia de ella o su referencia en caso de no ser presencial.
El curador Daniel Garza Usabiaga se refiere a lo que yo me nombré desde el principio. Empezamos a platicar este proyecto hace más de un año. Lo que busco es hacer una paráfrasis de similitud a mis piezas-evento, pero desde perspectivas o puntos de vista más cercano a la arquitectura efímera (como puede ser la museografía), entendida como construcción transitoria. RIO no queda claramente definida como instalación, a pesar de haber puntos de encuentro con dicha disciplina. Por otro lado, la exposición y las obras, o fragmentos de cuerpos de trabajo diverso, me permiten una articulación más libre de sus significantes y la posibilidad misma de reacomodo de sus elementos.
Es un ensayo, haciendo una analogía literaria, que busca esbozar una idea y algunas de sus posibles tesis, pero no busca (ni es su misión) el tratamiento total del tema.
Es un espacio más de momentos para agentes pensativos que para pensadores, sin ánimo de jerarquizar. Y aquí me considero en deuda con algunas ideas que magistralmente expresaba Carlos Pereda. En mi caso, el hacernos pensar es un pensar visual colectivo. Incluidos público, institución, curador y el artista.
Pero no sólo eso, con el concepto de ensayo quiero decir que la exposición es también una plataforma/taller, en el que se siguen desarrollando obras y aproximaciones con base en los resultados obtenidos, espacios de oportunidad generados por el contexto y por planeaciones hechas con antelación. De una manera importante, es un ensayo sobre la luz.
En esta exposición vemos una nueva faceta de tu producción artística; de estar enfocado en el tema del riesgo y el juego, abordas el tema del “relajo”, un evento que se relaciona con la dualidad de lo apolíneo y lo dionisíaco, aspectos intrínsecos del ser humano que, mientras el primero está centrado en la individualidad, el segundo es un acto grupal en donde, como menciona Jorge Portilla, hay un cese del valor. En este sentido, la serie de videos que presentas se acercan a un estudio antropológico que devela esta parte de una sociedad particular. ¿A qué conclusiones llegaste tras documentar múltiples veces la reacción social ante una misma melodía?
El juego, al igual que el deporte, el rito, la celebración y la guerra son formas en que utilizamos el excedente de energía que como seres vivos tenemos. Esto ya era esbozado en 1933 por Georges Bataille en La notion de dépense (La noción de gasto) y más ampliamente en La Part Maudite (La parte maldita) unos años después. Podemos pensar en estas manifestaciones como elementos de una misma familia.
Actualmente, el contexto mexicano atraviesa por una zona de claro descontento, pero en la cual no debería de olvidarse que sigue siendo necesaria la celebración. Este es un papel de catarsis necesario de energía y que de no encausarse, inevitablemente se unirá a una violencia mayor.
El actual lema social “No hay nada que celebrar” es altamente dañino. Más bien habría que encontrar zonas de celebración o nuevas formas de introyectarlas, sublimarlas y presentarlas dentro de otras formas del accionar de la sociedad. Ese es mi humilde punto de vista y este ensayo una forma de proposición.
Lo que para algunos es virtud para otros es veneno.
Hay una pieza que realicé en Hoguín, Cuba en 2001 llamada El Efecto Dominó, donde podemos apreciar claramente las cimas y crestas de una situación originalmente de concurso y una debacle basada en el exceso y la experiencia en el consumo de alcohol.
Por cierto, Melissa, ¿cuál es el veneno de tu preferencia? y ¿la fiesta se te presenta como espacio catártico o de tensión?
Melissa: Me llaman la atención los venenos de la naturaleza. Para mí, la fiesta es definitivamente un espacio catártico necesario, por eso me parece tan importante el concepto de lo dionisíaco de Nietzche, porque lo presenta no como el opuesto al deber ser, sino como una parte complementaria del ser humano.
En la muestra insertas la cultura disco en la contemporaneidad; incluso el nombre RIO se relaciona con una canción de la época, ¿por qué te interesaste en este género en particular?
De manera personal, pienso que todo concepto de creación proviene de una carencia, en este caso, la carencia de libertad para la celebración (tal vez incluso de propuesta visual en libertad), derivada en parte de un sistema gubernamental altamente volátil, en lo represivo y de una conducta social autorepresiva o con culpa. Es por eso, que la exposición realiza varios saltos (con su respectiva dificultad) a formas sonoras, cromáticas y visuales que nos llevan a un momento distinto con base en su referencia histórica. Pero, sin duda, esto habla de lo que pasa hoy o que debiera seguir pasando, sin olvidar esa catarsis que te mencionaba antes.
En el caso de la melodía Eurodisco del grupo belga Two Man Sound en los videos, es más el énfasis de la energía que desata socialmente en mucho grupos y estratos sociales lo que me interesa. Ese malentendido de alegría exotizada que proviene de una construcción de comunidad. Lo amazónico y carnavalesco, que poco tienen que ver con el país de origen y más con un malentendidos que llena una necesidad de referente de felicidad.
El nombre RIO tiene varias acepciones en esta exposición, aunque no tiene referente directo con la canción europea de los años ochenta. Tiene que ver más con la experiencia dislocada y el maravilloso terrenos del malentendido como un fértil terreno de la construcción artística y social.
La serie de pinturas que integran la exposición muestran también una nueva faceta; dejas la monocromía para hacer énfasis en la relación entre el color, la luz y el movimiento. ¿Qué te motivó a experimentar con estos elementos?
La necesidad de cambio, evolución (y revolución) formal. Hay una necesidad de contrapeso de aspectos formales hacia los que quiero llevar mi trabajo. En ellos siento una necesidad de adecuación del uso correcto de los lenguajes de la plástica, que me ayudan a soportar de manera derivativa un discurso de orden social. Primero, un buen trabajo como artista y después, probablemente otro como activista o agente de cambio social, pero no mezcladas. Eso me parece un error de dimensiones históricas en algunos miembros y grupos de la comunidad artística local e internacional e, incluso yendo más lejos, en una triste y confundida articulación de política cultural, nacida de un malentendido de que el quehacer artístico está desapegado de lo social (situación que no ha existido nunca como parte de la ecuación del arte). El arte no debe tener una retribución social. Es retribución y agente social en sí mismo.
La última sala invita a recorrer el espacio para apreciar de mejor manera los efectos cromáticos que la luz de la pista de baile provoca en las pinturas. A partir de esto, ¿qué tipo de experiencia buscas despertar en el espectador?
La experiencia se plantea a partir de la construcción museográfica y los elementos emplazados en ella. Estos se van develando y van rearmándose y reafirmándose en este desdoblamiento de sonidos, colores, formas, reflejos y refracciones de luz. Los elementos son evidentemente formas, acciones y referencias a espacios de celebración a los cuales podría apuntar inicialmente la fiesta. Pero esto es limitado si se pensara que es la línea a seguir para el espectador (es pavloviana y altamente inocente por parte de quien la propone, si es que existe el caso). Es mejor pensar análogamente en partes del juego o de un rompecabezas, en jugadas que se van armando durante el juego. Al abrir un proceso, el factor humano y el azar van creando su devenir Esto es, que la obra está completa al presentar fisuras y puntos de fuga intencionales, que serán complementados de manera activa por aquel que las viva. Sobre eso hay toda la responsabilidad, pero el mínimo control de mi parte. Hay algo pasando en la conjunción de elementos y sobre todo en ese cuarto final, en esa fiesta dentro de la fiesta. Un corazón autorreferente al arte por el arte, pero que no deja de ser un elemento altamente significante: puede no celebrar la sociedad, no bailar, pero el arte sigue su marcha rítmica a pesar de adversidades temporales que no suelen resolverse en nuestros terrenos.
Para otros fines hemos sido convocados.
Así como en el juego está presente el riesgo, ¿consideras que en el “relajo”, desde la perspectiva en que lo abordas, también lo está?
De hecho, el riesgo se implica intrínsecamente en casi toda acción humana. Sólo creativamente y forzando los extremos, podríamos encontrar el juego en toda actividad humana.
En este caso en particular, el texto de Portilla me parece pertinente en su posibilidad de ser aplicado inversamente o ampliado personalmente hacia un contexto actual. Es la falta de relajo y su encauzamiento creativo, lo que hace necesario repensarlo y saber cuán lejanos estamos quedando de una situación más orgánica que ayude a crear un espacio de relación, de relajación y solución. El relajo en sí mismo, dado un caso extremo como el actual, puede presentarse como un prevalor. Sobre todo en tiempos en que el violento absurdo social pudieran hacernos pensar que la autorepresión y la autocensura se presentan como las opciones de partida, cuando no las son. El arte, antes de ajustarse simplemente a parámetros de un estado general, debe lograr ver más allá de esas barreras. Nuestras propuestas llegarán tan lejos como podamos ver sus alcances de evolución y cambio, no en un ámbito político de poco alcance, sino más bien en uno social, el cual nunca ha dejado de ser el ámbito primigenio de lo artístico.
¿En qué consiste el proyecto Malos Pasos y qué otros eventos paralelos tendrá RIO?
Los eventos buscan, por un lado dar continuidad a trabajos que he realizado anteriormente, pero también experimentar con nuevas formas de relación, participación, pero entendida dentro de esta nueva etapa en la que la resolución técnica se vuelve muy precisa. Malos pasos se perfila a ser un espacio de archivo fotográfico, en el cual se puedan documentar en tomas de alta exposición los peores pasos de baile posibles. En algunos casos serán canciones completas. En algunas de las pruebas realizadas se pueden conservar ciertas formas de desfase de imagen que entran en el espectro cromático que hace reaccionar a la pista. Otro proyecto, con el título de trabajo Entre líneas, va hacia el contraste de música y letra de algunas melodías.
También la exposición se perfilaría literalmente como un salón de eventos que pudiera, en un punto esperanzado, romper con cierta distancia inevitable que estos espacios dan (con fines contemplativos), pero que retan con fines de convivencia.
Otras variantes incluyen la realización de video y de fiestas experimentales en formatos especiales y la participación y apropiación por parte de algunos colegas.
Un breve estudio de caso sobre la celebración como sublevación.
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