Por Monserrat Garduño Hernández / @junerainbowns
El arte, entendido como una herramienta que contribuye al cambio social, ha encontrado en internet un fuerte aliado para incrementar exponencialmente la difusión libre de mensajes críticos y transgresores. Muestra de ello la encontramos en la reciente viralización del mural Anti-Mundial del artista brasileño Paulo Ito, que denuncia el descontento que existe en la población brasileña con motivo a los conflictos sociales y económicos que supone para el país sudamericano ser anfitrión del evento futbolístico más importante del mundo.
La fotografía del mural ubicado en la barda de una escuela de Vila Pompeia, en San Paulo, se convirtió increíblemente popular en las redes sociales, con lo cual surge la duda que da pie a esta reflexión: ¿En verdad el número de likes y retweets de alguna publicación será proporcional al impacto en el comportamiento de la gente? Probablemente este aspecto sea difícil de contestar debido a que la cuantificación de los cambios en el comportamiento humano, ubicado en determinado contexto, es complicado de precisar simplemente con una métrica online.
Los cambios sociales son visibles a largo plazo y se gestan previamente en la conciencia de la población a partir de las circunstancias que sortean como comunidad. La gente presta atención a lo que necesita y a lo que conecte con ellos, de ahí el éxito de publicaciones que poseen un contenido crítico, como afirma Paulo Ito con respecto a la virilización de su obra, “la gente ya tiene el sentimiento y esta imagen lo condensó”. Si las personas simpatizan con algún contenido online se deberá a la relación directa del tema abordado con respecto a los observadores.
El papel del artista, en este tipo de casos y en teoría, es sustraer de la realidad social un mensaje para comunicarlo de manera sensorial a los espectadores. Cabe destacar que los artistas no son quienes realizan los cambios sociales, sino más bien, ellos son quienes incitan, inspiran y motivan a la ciudadana para que participe y se involucre en la construcción de un mundo más justo y equitativo, por ello el arte es un elemento fundamental dentro de la estructura social, porque —no en todos los casos— debe cumplir una función de denuncia y activismo social.