Por Ximena Flores / @matitatierna
Astad Deboo, maestro y coreógrafo de la India se encuentra en nuestro país en el marco del 41º Festival Cervantino con distintas sedes en el país. No es, sin embargo, la primera visita de Deboo a México, ya sea por giras, o bien por visitas de placer, Deboo ha pisado tierras mexicanas unas 18 veces. Un dato que podría pasar desapercibido hasta que se conoce su trayectoria y su trabajo en escena. La danza de Deboo tiene una connotación profundamente social. Sus bailarines provienen de entorno vulnerables o bien, sufren (o sufrieron en algún momento) algún tipo de riesgo social. Sus piezas evocan e interpretan estas situaciones de riesgo y las catalizan como medios de abstracción y cambio.
Su obra Interpretando a Tagore revisa el trabajo del poeta hindú Rabindranath Tagore (Nobel de literatura, 1913), a través de las experiencias de sus bailarines, que en esta ocasión fueron niños rescatados de albergues en Bombay, Calcuta y Nueva Delhi que trabajó durante los últimos 13 años. Para Deboo la danza no es sólo un medio de expresión, es también enseñanza. Así como los antiguos escritos vedas y los estilos tradicionales de la danza en la India —en este caso el kathak—, el movimiento es un camino hacia la iluminación. Los movimientos del kathak influenciaron las danzas derviches, gitanas y mongolas durante el siglo XVII y aún hoy son bailadas e interpretadas en la India. La importancia del Kathak está en la fuerza del giro que permite a los bailarines entrar en un estado de meditación. Ese momento de silencio producido por la danza posibilita el conocimiento y cuidado del uno mismo.
Deboo utiliza la influencia de la tradición hindú para posibilitar la rehabilitación social de sus bailarines. En el escenario sólo somos testigos de una parte de su trabajo, la verdadera fuerza del trabajo de este maravilloso coreógrafo está detrás, en el proceso. En sus diarios, Deboo habla de la danza como la vida misma, emulando así el trabajo del poeta Tagore:
No te atormentes por su corazón, corazón mío; conténtate
si la música es verdadera, aunque no se pueda fiar en la palabra;
disfruta de la gracia que danza, como un lirio, sobre la mentirosa
superficie ondeante, y sea lo que fuere de lo que vive allá en el fondo.
Rabindranath Tagore, “Gitanjali”.